Hay una delgada línea que separa compartir conocimiento de trabajar gratis.

Los considerados y ubicados preguntan por la tarifa que cobras para asesorarlos en un determinado tema. Otros, directamente lanzan las preguntas que quieres que les respondas sin reparar en nada, ni en que tu tiempo —también— vale y en que trabajas justo de lo que pretenden que hagas gratuitamente.

A vuelta de vacaciones me encuentro con varios correos y, entre ellos, algunos de seguidores de este blog y personas que me escriben consultando temas relacionados al sector editorial; la edición de libros; inquietudes sobre autopublicación o cuestiones técnicas relacionadas a InDesign, por ejemplo.

Todos los que me han escrito a mi dirección de correo electrónico saben que siempre contesto los emails y respondo, en la medida de mis posibilidades, los interrogantes que en estos mensajes plantean y saben que no tengo problema alguno en hacerlo.

Uno de los objetivos de este blog es compartir conocimiento y poner a disposición de otros trucos, saberes, opiniones y pareceres. También noticias relacionadas al sector del libro y a la edición de publicaciones en general, sean impresas o en otro formato.

Estoy abierta a colaborar, sugerir, ayudar, aclarar dudas y responder incertidumbres; lo hago habitualmente y me satisface que mis palabras y lo que he aprendido a lo largo de estos años de trabajo en el sector editorial puedan ayudar a otros profesionales.

Quiero que me paguen por mi trabajo

¿Quién no?

Pero —sí, pero— hay un límite

Una cosa es responder un par de preguntas, ayudar a encontrar un determinado recurso o contar cómo he resuelto algún intríngulis técnico, y otra muy distinta es analizar temas específicos, evaluar mercados, desarrollar una estrategia editorial o de marketing o leer manuscritos así porque sí.

Una cosa es compartir conocimiento y otra muy diferente es trabajar gratis, porque las acciones que describo no solo significan tiempo, sino también conocimiento. Y, al final, es de lo que vivo, lo que me da de comer y permite pagar mis gastos y gustos.

Es cierto que en algunas oportunidades es el profesional que ofrece servicios es el que cruza esa delgada línea.

Es decir, yo misma suelo traspasar la línea que separa lo que debería cobrar de lo que hago gratis, a veces sin darme cuenta y otras adrede:

— Cuando lo hago sin darme cuenta

Porque el proyecto me ha entusiasmado o por el afán de echar una mano, llega un momento en el que debo hacer un stop y sugerir: “¿Quieres que te envíe mis tarifas para ver en qué y cómo puedo colaborar contigo?”.

Y en este punto se ve la hilacha: quien valora tu tiempo, lo que haces y lo que puedes ofrecerle solicita que le envíes una propuesta, incluida una propuesta económica.

Quien no quiere pagar un duro por tu trabajo y pretende que sea gratis se evapora y no contesta ni escribe más. (Porque lo que buscaba desde el principio era que le hagan un trabajo gratis, claro).

Sería apropiado —por una cuestión de mínima cortesía y don de gentes— que contesten que no está dentro de sus posibilidades pagar por una consultoría o asesoramiento editorial o cualquier otra razón o excusa; básicamente por respeto al tiempo que te has tomado en contestar su(s) mensaje(s), ¿no?

— Cuando lo hago adrede

Porque quiero colaborar en el proyecto editorial de algún amigo y/o colega; porque sé que mi amigo y/o colega curra igual o más que yo para sacar adelante un proyecto. O, simplemente, porque sí, porque me da la gana y me hace feliz hacerlo.

Porque una cosa es que yo me ofrezca a colaborar y otra cosa muy diferente que, por el morro, te pidan que lo hagas, y gratis.

Trabajar gratis no

Retomo un post de David Soler sobre este tema que tituló Mi tiempo también tiene un precio y que, aunque es de hace unos años, es un tema presente siempre.

No repetiré lo que allí está escrito porque pueden leerlo en el blog de David, aunque suscribo todas las palabras que ha volcado en su texto.

¡Hala, a compartir y trabajar!, pero siempre sabiendo dónde está la delgada línea entre una y otra cosa, y “separando la hacienda”, como decimos en el campo argentino. 😆


Suscríbete a mi boletín quincenal

 Y recibe regalos de bienvenida.

¡Me apunto!

You have Successfully Subscribed!