Diferenciar en qué consiste la corrección de estilo de la corrección ortotipográfica es vital, tanto para el autor como para quienes ofrecemos estos servicios editoriales.

Aunque ambas formen parte del asesoramiento lingüístico para editar y publicar un libro, estos dos tipos de correcciones poseen diferencias que voy a explicar en esta entrada.

El detalle de la información de este artículo me lo ofreció Pilar Comín Sebastián, autora del didáctico blog Atutía para textos.

La corrección o revisión lingüística de una obra o un texto es una fase imprescindible para publicar un libro.

Los errores que pueden aparecer en un texto se deben a varios factores: las prisas por acabar de escribir; la concentración en el argumento o en la creación de los personajes y, a veces, también por falta de conocimiento del idioma o por desconocimiento de las últimas actualizaciones de las normas lingüísticas.

Una corrección de estilo siempre es recomendable y una corrección ortotipográfica es imprescindible.

Siempre que llega un manuscrito a mis manos recomiendo ambas correcciones. Entiendo que algunos autores no puedan asumir el coste de una corrección de estilo, pero no encuentro justificación para obviar una de ortotipografía.

Es responsabilidad del autor —y, si la tiene, de la editorial— ofrecer al lector un producto decente y sin defectos.

El nombre del autor es la primera referencia que se vincula al libro; el lector recuerda el nombre del autor antes que el de la editorial u otra referencia. ¿Querría un autor que su nombre se vincule a un producto de mediocre calidad?

Recuerdo haber leído en algún libro que en una corrección el error se reduce, pero no se elimina; es decir, que un libro impoluto de errores es una quimera.

Los correctores, los editores, los coordinadores editoriales, etc., somos seres humanos y algún error o errata puede colarse en un libro.

Lo que no me parece admisible es decenas de erratas por página o recurrencias de errores. También es importante considerar, como sostiene Pablo Valle en Cómo corregir sin ofender, que “cuando hay una errata tipográfica en una página, hay más de mil letras y espacios correctamente revisados…”.

Aunque la corrección de estilo se llame así, un corrector no cambia la forma de escribir del autor de la obra, no cambia su estilo de escritura.

A algunos autores, por desconocimiento del oficio del corrector, les da pavor la corrección de estilo. ¿Por qué? Porque piensan que el corrector eliminará su huella de la obra, su impronta.

Sin embargo, en ningún caso el corrector reescribirá la obra ni ejecutará una edición de mesa, o editing (en la que tampoco se anula el estilo del autor); estos son otros dos servicios distintos de la corrección de estilo y de la ortotipográfica.

La corrección de estilo consiste en…

  • Eliminar los errores y las imprecisiones de vocabulario.
  • Aumentar la riqueza léxica y eliminar muletillas y vicios léxicos.
  • Corregir los errores gramaticales y ajustar el texto a las normas y a los usos asentados.
  • Solventar las inconsistencias sintácticas (concordancia, correlación de tiempos verbales, régimen preposicional, etc.); darle mayor fluidez y adecuación al texto mediante la elección de recursos sintácticos precisos y bien trabajados (conectores del discurso, oraciones subordinadas, eliminación de pleonasmos, etc.).
  • En caso de disponer de un libro de estilo, adecuar el texto a sus directrices.
  • Hacer que el texto suene genuino en su lengua y que sea comprensible para el lector al que va destinado (no es lo mismo un lector de Argentina que uno de Colombia).
  • Elaboración del índice (si así se acuerda).

La corrección ortotipográfica consiste en…

  • Corregir los errores ortográficos y de puntuación.
  • Ajustar la ortografía a las normas de la RAE (2010), como el uso de mayúsculas, tildes, formación de abreviaturas, y escritura de cifras, magnitudes y sus símbolos, entre otros aspectos.
  • Aplicar recursos tipográficos: comillas, topos, numeración, cursivas, negritas, versalitas, etc.
  • Unificar criterios en aquellas cuestiones no sujetas a normativa (como el uso de negrita, cursiva y comillas).
  • Cuando la corrección se realice sobre el texto ya maquetado para versión impresa (compaginadas), detectar viudas y huérfanas, repetición de sílabas en líneas consecutivas y palabras mal partidas; asimismo, señalar errores en el tratamiento de blancos, márgenes, líneas cortas, filetes y foliación.
  • Revisión del sumario y su correspondencia con la obra.

Si se acuerda previamente, también:

Diferencias entre corrección de estilo y corrección ortotipográfica.

Cómo calcular la tarifa de las correcciones

Para solicitar un presupuesto para las correcciones es necesario conocer la cantidad de caracteres con espacios o matrices o la cantidad de palabras que tiene el manuscrito.

La cantidad de matrices se divide en miles y se le asigna una tarifa; la cantidad de palabras se multiplica por la tarifa asignada. Es decir, para obtener la tarifa completa por la corrección de una obra debe hacerse alguna de las siguientes cuentas:

Matrices  X cantidad de matrices con espacio entre 1000 por X €. Por ejemplo: 455 000 / 1000 × 1,80 € = 819 euros

Palabras  X cantidad de palabras por X €. Por ejemplo: 75 000 × 0,011 € = 825 euros

De las dos correcciones, la de estilo tiene una tarifa más alta que una corrección ortotipográfica. Esto se debe al conocimiento de la lengua y la laboriosidad que demanda la ejecución de la corrección de estilo.

Procedimiento

La manera óptima de trabajar es en un procesador de textos, como Microsoft Word, y con la función de Control de cambios activado.

Preferiblemente, la persona que realiza la corrección ortotipográfica debe ser distinta de la que hace la corrección de estilo; es decir, se necesitan dos correctores, uno para cada tipo de corrección.

Sin embargo, cada vez es más común que ambas correcciones las ejecute la misma persona, aunque primero se encargue de una y luego de la otra.

Como señala Pilar: “A todos —incluso a los mejores profesionales— se les pasan errores; por dos razones: la primera es que nadie tiene la capacidad de atención perfecta; la segunda es que nadie lo sabe todo. Por todo ello, unos segundos ojos siempre mejoran el texto”.

Mejor aún si se hace una segunda ortotipográfica, con el libro ya maquetado; que en edición se llama primera de pruebas. En esta corrección se comprueban la introducción de las enmiendas marcadas en la primera revisión ortotipográfica; también se buscan posibles erratas o movimientos involuntarios del texto.

La cantidad de correcciones de prueba dependerá de la calidad que se quiera imprimir al libro y del presupuesto con el que se cuente. Debe tenerse en cuenta que cada corrección es una nueva tarea que ejecutar y, por tanto, se presupuesta y cobra aparte.


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