Editores: no carguen a los booktubers con responsabilidades educativas, literarias y comerciales que no les corresponden. Bajad del pedestal y mezclaos con el vulgo. Sí, esta entrada es un reclamo a la reflexión por parte de algunos profesionales del sector del libro.
En una charla con un par de profesionales del sector del libro, y hablando de todo un poco del mundo de los libros, uno de ellos (un editor) hizo alusión a «esos jovenzuelos que hablan de libros en Internet» y lo hizo con tal altanería que en mi interior empezó a aflorar el mosqueo…
Para más inri, la otra persona se sumó a la crítica (no constructiva, y creo que más que para hacer la pelota al editor) y estuvieron intercambiando unos minutos pareceres sobre los jovenzuelos —los booktubers—: que es una chapuza cómo hacen los videos, cómo se expresan de esa forma para hablar de libros, y cosas por el estilo.
Y yo calladita para ver por dónde discurriría tal conversación hasta que no me aguanté e intervine. Les expuse que me parecía que lo que estaban diciendo no era más que producto de la envidia.
De la envidia que sienten algunos editores por no saber acercarse a los lectores, y los booktubers sí; que algunos editores son analfabetos tecnológicos; entonces, como no saben utilizar Internet (menos hacer un video) recurren al rechazo (es más cómodo rechazar lo desconocido que querer aprenderlo).
Y por qué critican a los booktubers que hacen promoción gratuita de sus libros. (Vamos, que me quedé muy a gusto porque la moralina señorial que desprendía la charla era inaguantable, aunque apuesto me he ganado alguna antipatía).
Hay editores que han sabido encontrar en los booktubers un aliado para fomentar la lectura y para vender libros (recuerda: lo que una editorial quiere, siempre, es vender libros) y me parece genial esta relación win-win.
Los jóvenes acceden a ejemplares o copias gratuitas de los libros y sacian su sed de lectura y las editoriales obtienen reseñas multimedia de sus libros.
Eso sí, como editorial debes asegurarte de que el libro cumpla con un mínimo de calidad, porque los booktubers no perdonan y si el libro no les gusta también lo dirán en sus video-reseñas.
Porque algo fantástico de los booktubers es que no están contaminados de los antiguos, pero sobrevivientes tejemanejes del sector editorial en cuanto a reseñas de libros se refiere.
Si el libro que han leído les gusta lo dicen, pero si no les apeteció, también. Son sinceros, no responden a intereses empresariales ni hacen el paripé.
La espontaneidad y credibilidad que tienen los booktubers hacen que tantos jóvenes sigan sus canales en YouTube.
Editores: no vean enemigos donde pueden ganar aliados; ganar colaboradores (Sebas G Mouret es lector para Penguin Random House) y ganar autores.
Porque algunos sellos editoriales sí han entendido el potencial de los booktubers y hasta acaban publicándoles libros (aunque solo sea por el potencial que los booktubers poseen para vender ejemplares).
Tal es el caso del prolífico Javier Ruescas que tiene novelas y relatos publicadas por distintas editoriales; El fuego en el que ardo (Plataforma NEO) de Mike Lightwood, o Besos entre líneas (Planeta), de May R. Ayamonte y Esmeralda Verdú.
Los booktubers en el III Congreso del Libro Electrónico
Una de las mesas redondas del III Congreso del Libro Electrónico del año pasado fue Autores y nuevos prescriptores, con la participación de booktubers. (Me pareció un acierto que la organización del Congreso incluyera el debate de los nuevos prescriptores con booktubers invitados; es necesario que el sector del libro se saque las anteojeras…).
El debate estuvo moderado por Gabriel Pena-Ballesté (Vivlios) y participaron el autor Xavi Narro, la booktuber Uka de Nubes de Palabras y el ya mencionado Javier Ruescas. Tras acabar la exposición se abrió la sesión de preguntas del público y se planteó un par de cuestiones que me crisparon, y que traigo a colación en esta entrada por la postura es la misma.
En resumen: se les achacó a los booktubers falta de conocimiento de categorías o géneros literarios que son necesarios para hablar de literatura, y se les recordaba la responsabilidad ética y didáctica que tienen porque se están dirigiendo a un público juvenil que es un lector incipiente.
Pero vamos a ver… Todos podemos hablar de todo lo que nos dé las ganas, con mucho, poco o nulo conocimiento y, en última instancia, el límite será nuestro propio ridículo. Si me gusta un libro que he leído y lo ando diciendo por ahí, ¿cuál es el problema?
¿Quién dice que una voz es la autorizada para hablar de libros y cuál no? ¿Hay que ser filólogo para recomendar libros o licenciado en literatura para reseñar un título?
¿Acaso no hablamos sobre economía y ejercemos de ecónomos domésticos a diario sin ser administradores de empresas o licenciados en no-sé-qué?
Por favor, tras que los booktubers hacen promoción de la lectura y de libros (gratis) vienen algunos a cuestionar desde qué lugar lo hacen.
Que se sepa que lo hacen desde la posición más soberana de la cadena de valor del libro: la del lector; es el lector quien tiene la última palabra sobre un libro.
Los booktubers no son teóricos literarios ni tienen por qué serlo. Son lectores que comparten su opinión sobre lo que han leído. Nada más. Y nada menos.
Por otro lado, los booktubers no tienen por qué cumplir una labor educativa, para eso está la familia, la escuela y los gobiernos. Y la responsabilidad que les compete pasa por el listón que cada uno de ellos se impone.
En última instancia, si con alguien sienten responsabilidad es con sus seguidores, con quienes los ven y oyen. La responsabilidad de los booktubers pasa por ser ellos mismos, por ser auténticos, cada uno con su propio estilo, sin hipocresía y con desparpajo.
Los booktubers hacen el trabajo que ciertos editores no saben realizar: marketing editorial o promoción de libros y, en algunos casos, también algo que algunos editores no saber hacer: vender libros gracias a las nuevas tecnologías.
No quieran cargar a los booktubers con responsabilidades educativas, literarias y comerciales que no les corresponden.
Editor: pon un booktuber en tu vida.
«La profesionalización de algunos de ellos no invalida, de todos modos, el hecho de que los BBB’s llevan a muchos de sus pares a interesarse por los libros, lo que los convierte en formadores de nuevas camadas de lectores».
En BBB’s: esas nuevas formas de viralizar la pasión por la lectura
Hola, Mariana.
Yo soy editor, ya lo sabes, pero estoy absolutamente de acuerdo contigo. No es que los dinosaurios no acepten su muerte, es que no son conscientes de ella.
Hay que tener en cuenta que un booktuber no solo habla de libros —ya solo por eso en los tiempos en los que vivimos habría que ponerle un monumento— sino que lo hace desinteresadamente. Los críticos tradicionales podían ser mejores o peores (ahora no se puede decir que existan, en realidad, porque los pocos que quedan no los lee nadie), pero en casi todos los casos estaban al servicio de alguna clase de poder. De hecho, el riesgo de los booktubers sería dejar de ser independientes y caer en manos de algún tipo de organización.
Carlos Yáñez
MERIDIANO Editorial
Gracias por tu comentario, Carlos.
Hay editoriales que conocen bien el alcance de los booktubers y les ofrecen publicar sus propios libros —porque además de lectores algunos de ellos también son autores—; ojalá que eso no los corrompa. 😉
Un abrazo.
Muy bueno, Mariana!!!! Totalmente de acuerdo. Lo mismo pasa con las blogueras de ropa. Es lo que hay y al final, como siempre, la «culpa» es del cliente, del lector. Si a éste lo que le gusta es seguir a un booktuber no hay otra que hacer campañas con é porque es el nuevo prescriptor.
¡Me ha encantado!
Hace falta desencorsetar a una parte del sector de la visión aristocrática que tienen de la prescripción. ¿Cuántas personas leen, por ejemplo Babelia hoy? 😉
Un abrazo y gracias por leerme y comentar.
Hola Mariana,
Como siempre he disfrutado leyendo tu escrito. Qué razón tienes. Yo miro y admiro a estos jóvenes que me parecen inteligentes, innovadores y muy valientes. Será porque no están obligados a mentir o dar falsas opiniones, como muy bien dices.
Gracias por compartir tus reflexiones y por tu intervención, que creo no debió ser nada fácil.
Un abrazo.
Teresa Martí
La frescura de la juventud tiene esas cosas 🙂 ¡Muchas gracias por comentar, Teresa!
¡Muy interesante, Mariana! Gracias por traer la discusión a colación.
En mi caso específico, soy traductora de libros, a veces sí me pone los pelos de punta el que los booktubers que reseñan libros que he traducido pasen por encima de tanto detalle que ven en el libro, que está ahí gracias al traductor (por su culpa). Pero me consuelo un poco pensando que si ni siquiera los editores saben bien lo que hacemos los traductores (y así de poco lo valoran), ¿qué puedo esperar de los booktubers? A veces sí me tomo el trabajo de hacer algún comentario, lo confieso, y ruego porque no me «lean» como una viejita cascarrabias y quisquillosa.
Hola, Mercedes:
Supongo que si un booktuber hablara de un libro mío las sensaciones serían diferentes.
Creo que hay que ponerse lugar del otro. Es decir, a nosotros nos resulta cómodo hablar de libros porque estamos inmersos en ellos por nuestro trabajo, pero los booktubers ejercen de consumidores que dan su opinión sobre el producto. ¿Qué pasaría si nosotros tuviéramos que hacer una reseña de una pintura o una película? Por lo menos yo, no tendría los recursos ni el conocimiento necesarios para hacer una reseña o lo haría de forma casera.
Tú bien sabes que para detectar detalles hay que tener ojo fino, y más cuando se trata de traducciones…
Gracias por pasarte por aquí y comentar, Mercedes.
Hola Mariana, completamente de acuerdo contigo. Los booktubers no tienen ni deben tener ninguna función, ni educadora ni comercial, eso eliminaría su credibilidad y naturalidad. Ni siquiera me fío de los que tienen relación con alguna editorial. Prefiero los desinteresados que altruistamente comparten su conocimiento. Es la misma razón por la que dejé de seguir a blogs de reseñas tradicionales, porque se ve de lejos los que reseñan positivamente aunque el libro sea infumable para que la editorial les siga enviando ejemplares gratuitos. Gracias por la reflexión.
Mientras escribía la entrada he pensado sobre esto que planteas: aquellos booktubers que publican sus libros con editoriales tradicionales cuán independiente siguen siendo en cuanto a hablar de uno u otro libro, porque habrá editores que les sugieran que reseñen otros libros de la editorial… El seguidor/lector tiene la última palabra y será él quien juzgue.
Gracias por comentar y compartir tu opinión, Susana.
Hola Mariana,
Hace muy poco que me he suscrito a tu blog, y este es el primer post que recibo y me he quedado encantada, tienes toda la razón. Las cosas cambian, si los editores siguen anclados en el pasado ahí morirán con su sapiencia. El mundo evoluciona que lo asuman.
Me encantan los booktubers y en general cualquiera que habla de libros, me encanta leer y me voy a fiar más de cualquier opinión no sesgada y real que de lo que diga cualquier eminencia sobre un tema, porque de entrada, doy por hecho que le han pagado.
Me sumo a tu reflexión!.
Hola, Carmen:
Efectivamente, el mundo del libro ha cambiado, y todos los demás mundos también, especialmente con los avances tecnológicos y el acceso cada vez mayor de toda la población a Internet. Por tanto, hay que adaptarse. Gana más quien se adapta a lo nuevo (aunque eso cueste) que quien se resiste.
Lo dijo Darwin: «No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios».
Un saludo y gracias por comentar.
Editores y grandes editoriales que tienen detrás del negocio del libro de texto (si, ese que APENAS sufre modificaciones y cuyo precio es bastante más alto que el de la propuesta inglesa de sustituirlos por una tablet de 50€). Un negocio opaco que además tiene un IVA del 4% comparado con otros formatos de libro.
No contentos con todo esto, no felices de lograr que casi se implante el canon AEDE (recordemos a quiénes pertenecen realmente los Santillana o Planeta) también tienen que desprestigiar otras formas de comercializar los libros. ¡Ya está bien! estos DINOSAURIOS retrasan un progreso que nos afecta a todos y que hace que toda industria de la que participan reciba cada vez más críticas. Ya lo hemos visto en los periódicos y ahora le toca al libro…pero me temo para su desgracia que el Mar no se puede frenar con palos de madera. Ellos no son quiénes deciden cómo debo hacer las cosas, ¡que adopten los cambios y dejen de criticar a los que si los están haciendo!
100% de acuerdo contigo Mariana
¡Hala, Miguel! Parece que por ahí también suenan vientos de cabreo jajaja
Hay tinglados montados que funcionaron durante mucho tiempo de una determinada forma, siempre monopolizados. Pero de a poco las cosas cambian: por ejemplo, los intercambios de libros de textos o que antes los autores autopublicaban porque ninguna editorial quería publicar su libro y ahora cada vez más unos cuantos de ellos directamente rechazan las ofertas de las editoriales (porque siguen ofreciendo las mismas condiciones contractuales de hace veinte años).
La ergonomía es cada vez más vital para adaptarse a estos tiempos. 😉
¡Que va!, ¿cabreo con quienes imponen modelos monopolísticos? xDD
Yo más que de ergonomía hablaría de cerebros y de mentalidades…y no, no tiene que ver con la edad necesariamente sino con gente que todavía no entiende que YA VALE MÁS salir en Wikipedia que en una edición impresa de un periódico…porque lamentablemente creo que es la misma gente. 🙂
Hola, Mariana. Enhorabuena por tu blog. Hace poco me suscribí y me está pareciendo realmente interesante todo lo que escribes.
Respecto al tema de este post, pienso que las nuevas tecnologías han supuesto una democratización de la cultura sin precedentes a excepción únicamente del trabajo que las bibliotecas llevan realizando a lo largo de mucho tiempo (yo, que soy bibliotecaria, tengo que barrer para casa :)). Esta democratización supone que, como bien dices en tu artículo, ya no hay una voz autorizada para hablar de libros, sino que cualquiera puede hacerlo y, por tanto, nos encontramos en el proceso de eliminar ese elitismo rancio que, desde mi punto de vista, tiene los días contados. Lo mismo sucede con la literatura independiente. Tampoco existe ya una voz autorizada que diga qué escritores publican y qué escritores no. Los editores han perdido claramente mucho control sobre el mundo que antes dominaban y eso no debe hacerles mucha gracia.
Un saludo,
Mayte
No, Mayte, a algunos editores no les hace gracia ver cómo se ha democratizado un sector que dominaban de forma exclusiva, porque han tenido que salir de la comodidad del statu quo que por tantos años han disfrutado.
Hay que tener en cuenta que hace 20 años prácticamente solo era posible publicar un libro con una editorial; hoy los autores pueden prescindir de ellas y, en algunos casos, ganar más haciéndolo por su cuenta que con una editorial, y no hablo solo del aspecto económico.
Muchas gracias por leerme y comentar. ¡Un saludo!
No podría estar más a favor de lo que dices. El miedo es lo que les hace agarrarse a sus sillas y no moverse de ahí, ¡con todo lo que está pasando fuera!
Me parece tan lógico todo lo que expones que me asombra (y preocupa) que haya gente que piense lo contrario.
Algo que haces libremente y por diversión no debería juzgarse en ningún caso. Es como si un cantante (o más bien, su manager) te dijera que no deberías cantar y subirlo a YouTube porque lo haces mal. Primero tú no eres nadie para decirle a nadie lo que tiene que hacer o cómo. Y segundo, deberías estar contento de que se canten tus canciones (las canciones de su representado).
¿De qué sirve que un filólogo te analice la novela públicamente? Al final, la mayoría de lectores a los que vas a llegar, los clientes reales, son el resto de personas. Los que leen por afición.
En fin, anonadada me dejas con este artículo, porque de verdad que no pensaba que este tipo de situaciones se dieran.
No tienes más que oír la grabación de la mesa redonda sobre nuevos prescriptores en el III Congreso del Libro Electrónico y confirmar lo que digo en esta entrada, Dalila… Gracias por comentar y dejar tu opinión aquí.
Barriendo pa casa -y mi canal- siempre puedes pedir que un filólogo booktuber analice tu libro 😀
Apunto tu canal para una próxima entrada con listado de booktubers en español 😉
Como booktuber aficionado e incipiente, como escritor indie, y como lector asiduo, solo puedo decir que como la industria de la edición tradicional no espabile van a pasarlo nada más que regular.
Lo suyo es la rabieta típica de quien ve amenazado su Statu quo y solo se queja, en lugar de adaptarse al cambio.
Como dice Neil Gaiman, los Guardianes están abandonando las puertas…
Es que regular ya lo están pasando, por eso es necesario adaptarse a los nuevos tiempos e ir a sus ritmo 😉
Gracias por comentar, R. R.
Mariana,también yo estoy de acuerdo contigo y añado un matiz a los que otros comentarios han mostrado. Esos editores que defienden las formas tan puristas en la promoción de los libros podrían serlo también a la hora de corregir los textos que publican. Estamos muy, pero que muy hartos de pagar libros con precios que no justifican ni de lejos su, en ocasiones, pésima calidad porque han suprimido las revisiones de las correcciones de estilo y ortotipografía. Respecto a los booktubers, es evidente que a los editores no les gusta que le fastidien su lucrativo negocio, pero el progreso y el avance tecnológico empuja a todos a evolucionar. Tendrán que entrar en razón tarde o temprano. Es una forma más de publicitar un producto que es perfectamente compatible con sus reseñas cuidadas y elaboradas.
Un fuerte abrazo.
Raquel Ramos
Por supuesto, Raquel, que las video-reseñas pueden convivir perfectamente con otras. Se trata de diversificar y ampliar posibilidades.
Un abrazo y gracias por comentar.
Hola, Mariana;
A mí no me parece bien que se responsabilice a los booktubers del impacto de sus opiniones, a fin de cuentas cada uno es dueño y señor de su canal. Me parece lamentable que las editoriales colaboren con estos jóvenes única y exclusivamente para sacar tajada.
Lo más indignante de todo esto es que se aprovechen de sus ilusiones a través de promesas espurias. Leí el libro de May R. Ayamonte y Esmeralda Verdú a raíz de la polémica que generó. Es cierto que cae en muchos clichés, pero no estoy aquí para hacer una reseña, sino para tirar de las orejas de los editores que supervisaban el proyecto de las dos autoras.
¿No se dan cuenta de que han puesto en el ojo del huracán a dos chicas que ahora reciben oleadas de comentarios negativos? Si la obra no cumplía con unos requisitos mínimos de calidad, ¿es justo aprovechar el filón que te ofrece la fama de dos booktubers? Me sorprende la falta de escrúpulos de algunos supuestos profesionales.
Hola, Oliver:
No he leído el libro de esta dos booktubers, así que sobre él no puedo opinar.
Cada vez más, determinados sellos o editoriales buscan impacto mediático para vender libros, dejando los mínimos de calidad que debería tener un libro de lado. Sino ¿por qué crees que publican, por ejemplo, a Belén Esteban o a El Rubius?
Gracias por dejar tu opinión en este espacio. Saludos.
Me encantó el artículo.
Sólo no estoy de acuerdo en la parte del «win-win», ya que para estos jóvenes ser booktuber se ha vuelto un trabajo y creo que debería recibir una remuneración económica por dar su opinión sincera sobre un libro.
Un video lleva mucha preparación y recibir a cambio de un ejemplar, para nada es un «win» ( a menos que sea un booktuber que va empezando)
Si empiezan a cobrar por ello, Isis, dejarán de ser independientes y objetivos: se dedicarán a reseñar los libros de quienes paguen y no hablarán mal del cliente 😉
Estoy en parte de acuerdo con tu post. Definitivamente no se requiere ser un erudito ni «titulado» para hablar sobre libros. La propuesta del booktuber como tal es interesante (Yo misma he recomendado algunos a mis estudiantes docente) pero de ahí a afirmar que todo en ese mundillo puede ser usado a favor de las editoriales y los escritores es desproporcionado. Asimismo afirmar que detrás de los booktubers hay espontaneidad, que son honestos cuando un libro no les gusta y más aún que lo hacen gratis también es bastante alejado de la realidad. Actualmente muchos reciben ya sea compensación económica y libros de autores actuales a cambio de su reseña, por parte de las editoriales. Hace mas de 4 años muchas lo hacen. Hay gente sobre todo jóvenes respetables en esto que al menos se esfuerzan por dar un valor agregado a sus videoreseñas, pero también seamos críticos (al igual que con los editores) con ellos al respecto. Me parece necesario promover nuevas formas de difusión literaria a través de videoreseñas, paltaformas diversas, redes sociales, etc, pero no por ello podemos poner a alguien quien notoriamente no ha leído nada del libro a decir cosas como: «¡Qué bonita portada, me combina con los zapatos! Y un poco más de aspectos incoherentes al respecto. Apostar por nuevas formas de fomentar literatura es a donde los gestores culturales debemos enfocarnos en lugar de ver cucos donde no lo hay pero OJO esto tampoco significa mutilar la calidad de sus contenidos.
Entonces ¿está pasando lo mismo que con las reseñas en medios impresos y online? ¿Que nadie se las cree porque el escritor de la reseña está «comprado»?
Los editores deberían renovarse y adaptarse a las nuevas formas de promoción del libro. No tendrán más remedio que hacerlo, porque todo en internet va muy rápido. Muchos de ellos son reacios, quizá porque los booktubers se limitan a hablar, por lo general, sobre varios géneros: novela juvenil, romántica, bestsellers, que no son tan populares entre los editores tradicionales. Pero seguramente pronto se extenderá en todos los sentidos.
Llegué a esta entrada y me parece muy interesante lo planteado por Mariana, al igual que los comentarios hechos. No creo que sea mala o perjudicial la tarea de los booktubers, como algunos piensan, pero tampoco me parece que los editores sientan envidia. Miré la conferencia de youtube antes de opinar.
Estoy a favor de todo sujeto que promueva la cultura, sea a través de la lectura, de la música o de cualquier otra disciplina que pueda a uno ilustrarlo. En síntesis, me parece bien lo que estos chicos hacen y ojalá algún día reseñen una obra mía. Sería una cosa rara; me gustaría ver qué ocurre. Ahora bien: dicho esto, se me ocurre pensar en la objetividad y en la competencia que cada uno tiene para hacer lo que hace. Y en estas dos últimas consideraciones hay que poner el ojo. Imaginemos por el momento que obran honradamente y dan opiniones francas, sin dejarse guiar o presionar por editoriales o por fuerzas externas. Pasemos al segundo punto. ¿Están suficientemente calificados como para hacer análisis literarios? Habría que verlo. La gente que hace crítica literaria, en general, está capacitada para examinar un texto y argumentar los pros y contras de una obra, tanto desde el punto de vista lingüístico como desde el contenido. Sé que también pueden ser parciales, pero ahora hablo exclusivamente de competencia en la materia. Es cierto que estos chicos dan su opinión y nadie puede oponerse a ello, pero también es cierto que ellos mismos se consideran influencer y por tanto pueden beneficiar una obra o hundirla. Por ejemplo, el muchacho llamado Javier tiene 100.000 seguidores. Nada despreciable será entonces el alcance de sus comentarios y opiniones. Si reseña positivamente un libro, el mismo recibirá un empujón inicial y una buena cuota de ventas o recomendaciones. No hablemos de lo que debe poseer una obra para trascender, porque eso sería ahondar demasiado. Pero es innegable que la opinión de alguien que tiene tantos oyentes resulta de enorme peso. Dejo por último dos preguntas que me hice al oír la conferencia. ¿Por qué razón se les exige a quienes hablan por televisión u otro medio masivo cierta responsabilidad moral o ética? ¿No estamos ante un fenómeno de naturaleza semejante?