Acabo de regresar de unas (semi)vacaciones en Argentina. Aprovechando la estancia en el país que me vio nacer, he visitado algunas librerías y me ha sorprendido el precio de los libros en Argentina.
Recorrí varias librerías en la Avenida Corrientes de la ciudad de Buenos Aires y visité una en un centro comercial de Mendoza y otra en Córdoba.
El precio de los libros en Argentina me resultó carísimo, por las nubes, más aún para el poder adquisitivo de un empleado medio argentino.
Cabe destacar que en Argentina, al igual que en España, el precio de los libros es fijo, así que vaya al lugar que vaya a comprar un libro impreso su PVP será el mismo (Ley 25.542, de Defensa de la Actividad Librera).
En la librería Yenny – El Ateneo de Godoy Cruz, Mendoza, compré un ejemplar de Hombres buenos, de Arturo Pérez-Reverte, para regalar (Alfaguara, 2015). El libro está impreso en Argentina, no es importado de España.
Observarán que el ticket de compra atestigua que el libro costó 449 pesos argentinos, el equivalente a 27,16 euros y 30,36 dólares.(*)
Este mismo libro en España cuesta 22,90 euros (datos de Casa del Libro), un 15,69 % más barato que en Argentina. Y el libro en España es tapa dura, en Argentina es rústica, con camisa.
Si se tiene en cuenta que el sueldo mínimo, vital y móvil de Argentina (la cifra mínima que un empleado argentino debe cobrar como nómina) es de 6060 pesos (366,52 euros) los 449 pesos que cuesta el libro significan 7,4 % de ese sueldo. Un gasto no asumible por muchísimos argentinos, la gran mayoría.
Es cierto que 6060 pesos es el mínimo y algunos empleados cobran más, pero no creas que los demás sueldos son una panacea; ya ni hablemos de aquellos que solo viven de subvenciones estatales…
He consultado con diferentes personas y todas ellas coinciden en que el sueldo medio de un empleado de comercio es de 9500/10 000 pesos (unos 600 euros) y los establecidos por la Unión Obrera Metalúrgica —uno de los sindicatos más fuertes en Argentina y cuyos convenios y salarios se toman como referencia en otros sectores productivos— se aproximan a los 9000/10 000 pesos.
Para que una familia tipo no se considere pobre necesita 6400 pesos al mes y 3500 pesos para no caer en la indigencia. Aunque las cifras oficiales del año pasado —siempre manipuladas por el gobierno— indicaban que la canasta básica de alimentos tenía un valor menor, lo cierto es que no baja de los 8000 pesos.
Y esto a día de hoy, porque el mes próximo será más cara, ya que la inflación real en Argentina supera ampliamente el 20 % anual.
Igual caso sucede con Geografía romántica, de Yi-Fun Tuan (Biblioteca Nueva, 2015) : 470 pesos/28,45 euros en Argentina frente 18 euros que cuesta en España, y La muerte de la tragedia, de Peter Hartling (Siruela, 2011) que no es novedad: 473 pesos/28,64 euros en Argentina, 23,95 euros en España.
Tampoco son novedad, pero sí contrastan la diferencia de precios entre los países, Un escritor en guerra, de Antony Beevor (Planeta, 2012): 361 pesos/21,85 euros en Argentina frente a 9,95 euros en España y, para no aburrir más, de este mismo autor, La segunda guerra mundial (Pasado y Presente, 2012) ¡a 1120 pesos o 67,80 euros!, cuando es España costaba 32,95 euros según datos del ISBN.
En resumen, casi todos los productos —culturales o no— en Argentina están igual o más caros que en España. Algo similar, por ejemplo, sucede con el teatro: pagué una entrada para ver Les Luthiers al mismo precio que la pagaría en Barcelona, unos 40 euros.
Es cierto que hay libros más económicos que los mencionados en esta entrada, pero ello no quita el elevado precio de los libros en Argentina, más si son novedad o el escritor posee una reconocida trayectoria.
Hay libros que cuestan igual en Argentina que en España, tal es el caso de El regreso del Catón, de Matilde Asensi (precio España, precio Argentina) y Una sensación extraña, de Orham Pamuk (precio España, precio Argentina), por poner solo dos ejemplos.
Sin embargo, si se considera el poder adquisitivo y la inflación del país latinoamericano, comprar libros en Argentina se torna un lujo. ¿Cómo fomentar el sector y la industria editorial con estos precios?
Por suerte, para quienes disfrutamos leer siempre quedan las librerías de segunda mano de la Avenida Corrientes, donde se pueden encontrar títulos clásicos, viejas ediciones y todo tipo de libros.
(*) Cambio consultado al mediodía del 16/02/2016; cuando se compró el libro el euro estaba más caro y el precio del libro superaba levemente los 28 euros.
Lamentablemente, esta es la historia de nunca acabar en Latinoamérica. El precio de todo producto está atado a la ley de oferta y demanda y la realidad es que en los mercados hispanoparlantes se lee menos que en muchos otros. Las editoriales dirán que deben colocar los libros a ese precio para subsistir, mientras que el lector afirma que si bajaran los precios, se vendería más. Al final, nadie sabe cómo solventar la situación porque estamos atrapados en un círculo vicioso.
Lo cierto es que el modelo actual no es sostenible y hay que buscar formas de lograr que la literatura sea más asequible. El precio del libro es astronómico, por lo que el ciudadano que sobrevive con salario mínimo no puede comprarlo. No veo cómo vamos a salir adelante si nuestros países no apuestan por la cultura y la educación.
En fin, es un tema complejo.
Gracias por la entrada.
Hola, Ana:
Vaya si es un tema complejo… ¡complejísimo!, y no nos alcanzarían un par de blogs enteros para hablar de ello.
El problema principal que yo veo es el elevado precio de un libro frente al poder adquisitivo de la población. Cuando llegué a España estaba fascinada con los «adornos» que tenían las cubiertas de los libros: stamping, cuña, troquelados, brillitos por aquí y por allá, algo que no estaba acostumbrada a ver en los libros en Argentina. La gran mayoría continúa sin contar con estos recursos gráficos, porque los precios de los libros se irían aún más por las nubes.
Pero lo que me pregunto, si lo que se quiere es fomentar la lectura, el acceso a los libros y la cultura para todos —algo que el gobierno de la última década proclamaba—, es ¿hace falta adornar tanto el envoltorio de un contenido para venderlo, con el encarecimiento que ello conlleva? Tal vez habría que replantearse la importancia de lo que se dice, del contenido, y centrarse más en esto que en un envoltorio bonito (y caro). Que haya ediciones más lujosas, por supuesto, para quien puede o quiera pagarlas, pero que también haya modalidades de bolsillo o económicas para quien no quiere gastarse una pasta en la compra de un libro. No es justo que haya que esperar años para leer un libro y esté a precio de saldo…
Muchas gracias, Ana, por leerme y comentar en el blog. Abrazo.
La experiencia que he tenido en Estados Unidos es que es posible producir libros que complazcan al ojo sin colocarlos en precios más altos que el Empire State. Muchos libros juveniles tienen solapas, relieves, fundas, etc. Pese a esto, el libro juvenil en tapa blanda suele costar menos de doce dólares. Con el salario mínimo en Florida a 1300 dólares, da que una persona puede permitirse fácilmente un libro.
Por contraste, en Latinoamérica encuentras más que todo libros sencillos, sin relieves ni nada. Pese a esto, el libro fácilmente excede el 10% del salario mínimo. Podemos achacarlo a la pésima condición económica de algunas zonas (como Venezolana, ratifico que comprar un libro es un lujo que pocos pueden permitirse) y la falta del hábito de lectura. Como dije, es un círculo vicioso, porque el que quiere leer no puede comprar.
Hay varias medidas que se pueden tomar para disminuir la gravedad del problema. Al menos en el caso de Venezuela, casi no hay bibliotecas. En general, los centros de cultura, como los teatros, las bibliotecas y demás, no son solo escasos, sino también están en mal estado. ¿Cómo quejarse de la falta de cultura cuando no hay centros de educación para el desarrollo del paladar artístico?
Los gobiernos podrían tomar la iniciativa de invertir en la cultura de distintas maneras. Las bibliotecas serían un paso obvio, pero hay otras medidas que también podrían tomarse, como reducir el IVA de los libros (no sé si ha cambiado desde que me mudé a USA, pero el IVA para comprar un libro que para comprar una botella de cerveza), subsidiar las actividades culturales (en USA las editoriales pagaban menos impuestos y recibían becas), etc. Todo esto ayudaría a reducir el costo del libro.
Mientras tanto, los ciudadanos pueden recurrir a la compra o intercambio de libros usados, y pueden crear programas para fomentar el hábito de la lectura.
En fin, es un tema demasiado complejo que no tiene una única solución.
Un abrazo y perdón por extenderme hasta el infinito 😉
Coincido con Ana, también. Me permito compartir tu artículo, Mariana, porque desde que llegué a Argentina -luego de vivir en España- vivo observando los precios de los libros y no salgo de mi asombro (sobre todo en Mendoza, por haber estado allá muchos meses). Mi cabeza instantáneamente los convierte en euros, y mi bronca aumenta a niveles insospechados. Pero ya habrás observado que no es sólo el precio de los libros. No se puede ni comparar, aunque sin dudas, estamos hablando de educación y cultura. Comprar un libro hoy es un lujo para muchos; me parece inconcebible.
Muy buen informe. ¡Gracias!
Lo mismo hacía yo, Poli, la calculadora mental pasaba de pesos a euros y luego contaba con la calculadora del móvil, para corroborar la cifra, porque creía que hacía mal las cuentas: pues no, estaban bien, pero no podía creer el precio de los libros. Pensé que estarían más económicos debido a las restricciones de importación de libros que hubo en los últimos años pero, evidentemente, esta ley no ha servido de mucho; o sí, para cerrar el mercado argentino de derechos al resto del mundo, no posibilitar el acceso de los lectores a determinados libros y proteger a capa y espada a una industria (la gráfica) que no ha sabido renovarse y reconvertirse…
En Twitter, una persona me decía que en Argentina los libros cuestan en promedio 250 pesos; claro, eso si se suman los libros de saldo y así el promedio de precios baja… Solo hay que ver el escaparate de la Librería Hernández (foto en la entrada) para ver que no es así.
gracias por pasarte por aquí y comentar, Poli. Un abrazo.
El problema del costo de los libros se dispara mucho más allá que el placer de la lectura. En los colegios los libros se han ido eliminando y son sustituidos por apuntes realizados por los profesores, a veces corectos, otras apenas aceptables y muchos aberrantes. Los jóvenes terminan el secundario sin saber manipular libros. En la universidad hace rato que pasa algo similar, ya que los libros específicos alcanzan n nivel sideral de costo. Se genera como un desarraigo hacia la lectura en un país que cuando yo era chica, la mitad de la gente en cualquier transporte, leía algo, aunque sea el diario. Hoy no tengo datos pero la venta de periódicos también es bajísima. Clarín, el diario supuestamente de más venta, cuesta semanalmente 7,50 pesos/0,45 euros y el fin de semana se va a 17,50/1 euro aproximadamente. El sabado también cuesta más, eso significa que mensualmente se necesitarían unos 280 pesos/17 euros aproximadamente, para comprar el diario, mataerial que teóricamente al final del día se tira. Sé que la tendencia es la lectura online de las noticias, pero el costo de los impresos es un empuje más hacia la ignorancia, la falta de análisis, la despreocupación por lo cotidiano, quedando sólo el truculento facilismo amarillo y las edulcoradas y repetitivas situaciones de los culebrones.
Lo que comentas, Graciela, es un problema de política de educación: en las dos últimas décadas el nivel medio en Argentina ha bajado, por lo menos es lo que he notado, en la casi década que llevo viviendo en España pero también en la anterior que residía en Argentina.
La educación no pasa por el papel o el digital; sino por el acceso que se tenga a ella y por los contenidos que estén disponibles, tanto para profesores como para alumnos. Hace 30 años yo vivía en un pueblo muy pequeño de la pampa bonaerense, allí hice el primario y el secundario. Usábamos libros impresos (no existía Internet y llegó a la escuela cuando yo acabé la educación secundaria) de todo tipo, incluso de los que habían usado nuestros padres y, por supuesto, los de la biblioteca. Recuerdo que como deberes nos daban unas guías repletas de preguntas y teníamos que espabilar y encontrar las respuestas a esas preguntas en cualquier libro, trabajo práctico, monografía, apunte o preguntando a profesionales (si el tema aplicaba) durante una semana. Luego, cada uno de los alumnos poníamos en común las respuestas para, finalmente, elaborar una guía más «redonda».
Este sistema, que creo despierta la curiosidad, hace que aprendas a buscar información y la corrobores; contrastes opiniones, teorías y visiones, agilices la mente, etc., ya no existe y peor con las últimas políticas educativas, donde hay que promover que el alumno pase de grado o año aunque no sepa ni la regla del 1 o que las palabras esdrújulas siempre llevan acento…
Es una pena, pero con este panorama, es como dices: los chicos salen sin saber manipular un libro, o peor, ni la lengua.
Viniste hasta acá para comprar un libro de Perez Reverte? Casi que te merecés que te fajen con el precio.
Te respondo por cortesía: ¿realmente puedes llegar a pensar que viajé solo para comprar un libro? Hace mucho que no viajo con libros impresos encima, para eso están los digitales: más prácticos y económicos. Por otro lado, no me importa pagar esa cantidad por un libro, puedo permitírmelo, no así muchas otras personas, especialmente las que viven en Argentina.
Perdón, pero el primer comentario es de una ignorancia supina. El precio de los libros no está «atado a la ley de la oferta y de la demanda», y la afirmación de que en el mercado hispanoparlante se lee menos que en otros mercados es una afirmación propia del complejo de la doncella pobre, pero que no tiene ningún asidero. Si comparás con el mercado asiático donde sólo en la India hay un 60% de analfabetismo, te encontrás con que el mercado hispanoamericano probablemente sea una panacea de la lectura. Para hacer esas afirmaciones se necesitan cifras.
Segundo, el problema en el caso de los libros no es el de la oferta y de la demanda. El problema es mucho más complejo. En particular en Argentina viene de una larga debacle en la que durante por lo menos unos 40 años hubo una producción editorial propia, independiente y de excelente factura (desde 1930 hasta 1970 aproximadamente). Esas mismas empresas fueron descuartizadas y extranjerizadas durante la dictadura del ’76, tarea que profundizó el menemato, y el resultado es que la pérdida de autonomía de las editoriales, sumados a la ligazón que las unía de nuevo a sus casas matrices en… sí, claro, Europa, impactó también en la evolución de los precios y la estructura de costos. Sumale cambios en el mercado (es decir, los gustos del público lector) y la deflación que estamos teniendo ahora, y chau, tenés la receta para que cualquier libro te valga una fortuna.
Igual suscribo a lo que dijo uno más arriba, si te compraste un libro de Arturo Pérez Reverte decididamente hiciste una mala elección, los autores de Argentina y de América Latina están más baratos.
Saludos
Supongo que te refieres al comentario de Ana Katzen.
Sobre Primero: como todo en la vida, siempre depende de con qué se compara algo para ver si hay más o menos, si está peor o mejor, etc. Creo que la idea de compararse con algo mejor ayuda a superarse, pero eso va en cada uno.
Sobre Segundo: has hecho un fino y acertado resumen casi del último siglo, eso sumado al agotado modelo de funcionamiento del sector editorial tradicional, el cual está caduco también en España.
Por último, juzgar el libro que compro o dejo de leer no viene al caso: cada uno compra y/o lee lo que le da la gana (además yo ya no leo libro en papel, me resultan más cómodos los digitales). Si el agasajado quiere una camisa azul con rayas ¿le voy a regalar una camisa verde lisa? Faltaría que ahora tenga que justificar por qué compro tal o cual libro y dónde o cómo lo hago…
Trabajé 15 años de librero en buenos aires y lo que descubrí que mucho del precio de lo libros tiene que ver con las necesidades de dinero de sus casas matrices en España. Allí se decide cuánto cuestan los libros en Argentina. Sus mercados están muy mal y se quieren salvar con Latinoamérica. Yo he vendido libros importados hasta un 40 % más caros que en España y cuando le pregunté al distribuidor por qué, me contestó que es el precio que quiere la casa matriz.
Que hay inflación en Argentina y es un problema, es real. Pero la respuesta no está en un solo lugar. Las multinacionales te transfieren sus problemas financieros además de que la editoriales españolas son empresas con un comportamiento en general, predatorio. Hay editoriales argentinas muy buenas que traducen, imprimen y venden libros a precios mucho más razonables que los que editan a perez reverte, que son GIGANTES. Hablo de Penguin Random House que compró a Aguilar hace poco, Grupo Zeta, Planeta, que son dueños de más de la mitad del mercado editorial argentino. Se lo reparten entre tres, te cobran lo que quieren y se llevan la plata afuera.
Gracias por contarnos esta información, Alejandro.
Latinoamérica casi siempre ha sido vista como la salvadora del balance anual y el lugar a dónde enviar saldos. Lamentablemente, hay una parte del sector que sigue pensando así. Uno de los problemas de las grandes editoriales es que tienen que alimentar su estructura y por ello publican un libro tras otro y, supongo, que por lo mismo pondrá esos precios a los libros
El análisis no sirve de mucho, porque el actual gobierno de Argentina -que asumió en diciembre- está provocando una debacle económica con su devaluación. Hasta noviembre de 2015 el Euro costaba 11 pesos a lo sumo. Eso no quiere decir que los libros hayan sido baratos entonces, pero estás comparando mal: las editoriales argentinas, que ahora van al muere con la terrible devaluación, tenían precios muy buenos. Las de afuera, como siempre, pretenden tirar todo su descarte en nuestro país… o producir sus obras acá, cuando el gobierno anterior lo exigía, pero a precios terribles (y postergando autores locales por tipos como Reverte, que no pasa de best seller). En mi caso personal soy un argentino de ingresos medios, que gana más de $10000 pesos (ese era un salario obrero hasta diciembre, equivalente a 900 euros, el mínimo es para gente joven que recién comienza y no lo general), y leo mucho. Mis amigos también leen, prácticamente todo mi entorno porque es una costumbre arraigada en nuestro país. Por desgracia quizá la situación empeore, porque elegimos un Rajoy cualquiera. Habrá que ver cuánto aumentan los salarios en la paritaria laboral, pero se habla de un 25% habiendo perdido un 40% de poder adquisitivo en 2 meses. España, que es un país medio pelo en todo sentido para el primer mundo, tiene la suerte de convivir con potencias centrales como Francia o Alemania. Esta es la periferia, y caemos todos en desgracia al mismo tiempo.
Puede que a ti no te sirva, pero a mí sí. Me ha sorprendido el precio de los libros en Argentina y así lo he expuesto. Punto. (Si querés hacer política partidista gastá el tiempo en otro lado donde tal vez te resulte más efectivo).
Yo soy tan argentina como vos, así que conozco un poco el país y las costumbres; siempre tuve ingresos medios; medios para abajo (incluso cuando «abajo» significa «vivir al día»), y arriesgo que provengo mucho más que vos de la periferia; solo que me he buscado la vida en países de medio pelo que suelen ser más interesantes —que no digo mejores— que los calvos 😉
Como todo en la vida: «para gustos, los colores». ¡Vernut con papas fritas y good show!
Hola, estuve de visita en Buenos Aires y no puedo creer el precio de los libros. Vivo en Montevideo y siempre era más conveniente comprar libros en Argentina pero ahora es al revés, salen más del doble que acá. Me ofrezco para averiguar precios de libros en Montevideo y en caso de convenir también puedo enviarlos a quien lo desee. Mi correo es huracan32@hotmail.com
Hola, Marcelo. Supongo que no habrán variado gran cosa los precios en seis meses en Argentina (estuve allí en enero y febrero). Toda información de precios del Cono Sur es bienvenida. 🙂 ¡Muchas gracias!