Ver la luz antes de llegar al final del túnel es posible. Con el sector editorial inundando las noticias de los periódicos por la caída de las ventas de libros (casi un 10 %), el acuerdo entre bibliotecas y librerías que acaban de celebrar el Departamento de Cultura de la Generalitat y el Gremio de Libreros de Catalunya es un ejemplo a seguir por otros actores del sector del libro.
En Bibliotecas: el socio olvidado por las editoriales comentaba uno de los aspectos abordados en una jornada profesional.
Allí escribía que las bibliotecas han sido percibidas por los editores como una competencia, no como un aliado estratégico, y que bibliotecas y editoriales deberían trabajar juntas para complementarse y enriquecer el sector del libro, sin olvidar a las librerías.
A raíz del acuerdo firmado entre bibliotecas y librerías de Cataluña he pensado que los editores han olvidado por mucho tiempo a los eslabones finales de la llamada cadena de valor del libro.
En concreto, no solo a las editoriales, sino también a las librerías; es decir, a quienes tienen trato directo con los lectores y compradores de libros.
Cuando digo que las editoriales se olvidaron de las librerías y las bibliotecas hay que recordar que el cliente directo de la editorial son las distribuidoras mayoristas de libros.
Hasta no hace muchos años las distribuidoras eran quienes se encargaban de la labor comercial con las librerías, por lo que las editoriales tenían poco contacto con ellas y nulo contacto con el lector/comprador. Esta situación cambió por varios motivos, entre ellas, porque las reglas del juego de la edición y publicación han cambiado.
El panorama actual del sector editorial, incluidas bibliotecas y librerías
Las editoriales ya no poseen la exclusividad de publicar obras y se enfrentan a la guerra por la visibilidad de un libro.
Apareció en el escenario editorial una competencia fuerte y real: la autopublicación, transformando la disponibilidad de contenidos, que es enorme y ya no está exclusivamente en manos de las editoriales.
Por otro lado, las distribuidoras de libros no pueden realizar una labor comercial para una determinada editorial cuando distribuyen libros de decenas de sellos y todos y cada uno de ellos son sus clientes.
Esto, sumado a otros factores, ha hecho que la labor comercial la realicen las propias editoriales con las librerías y ahí es cuando comenzaron a recordar que quien vende libros a los lectores son los libreros.
Además, la popularización de Internet como herramienta de marketing, junto al desarrollo del e-commerce, ha hecho que las editoriales puedan dirigirse directamente al lector y vender libros desde su propia página web.
Increíble parece que quienes generen proyectos para fomentar la lectura y el libro sean “los socios olvidados” de las editoriales, “los de abajo”, los eslabones finales de la cadena del libro.
Y planteo algunas preguntas que me han asaltado al escribir esta entrada: ¿cuántos editores —no comerciales de la editorial— visitan librerías? (conozco a algunos que lo hacen y suelen ser pequeñas editoriales, y de nicho); ¿cuántos editores visitan bibliotecas? ¿Cuántos participan en sus actividades y/o clubes de lectura?…
El Servicio de Bibliotecas de Cataluña impulsó el Proyecto 10×10 para generar una comunicación directa entre las editoriales y los profesionales de las bibliotecas, al que ahora se suman los libreros, tal como se informa en el Dossier de prensa del convenio.
Una vez más, son las bibliotecas quienes dan el paso y esta vez firman un convenio con las librerías. Para comprender el alcance y las implicaciones de este acuerdo entre bibliotecas y librerías, recomiendo la lectura de La biblioteca integral (IV): la simbiosis entre librerías y bibliotecas en Catalunya en el blog de Bernat Ruiz. En ella se analizan los detalles del convenio y se argumenta por qué son beneficiosos acuerdos de este tipo para el sector editorial.
Algunas reticencias al acuerdo se basan en que las bibliotecas son públicas y no deberían “mezclarse” con las librerías, porque son un negocio privado.
Opino lo contrario, ya que iniciativas conjuntas entre el sector privado y el sector público son cada vez más necesarias para fortalecer lazos económicos y sociales. Y no solo en el sector del libro, sino también en otros ámbitos culturales y productivos.
Si funcionará o no este acuerdo entre bibliotecas y librerías no puede saberse porque es una iniciativa pionera en España y no cuenta con antecedentes. Por tanto, será el tiempo quien dé una respuesta.
Celebro que el Gremi de Llibreters de Catalunya haya cogido al toro por los cuernos y salga del estado de inacción en el que se encuentran otros gremios del sector, arropados en la queja constante.
Y felicito, una vez más, al Servei de Biblioteques de Catalunya por impulsar y protagonizar acciones beneficiosas para la lectura y el libro, y para quienes vivimos y disfrutamos de ellos.
Opino igual que tú Mariana, es de alabar que salgan iniciativas pioneras como ésta en España, yo ya he hablado mucho de esto. Las librerias y las bibliotecas tienen que innovar, buscar nuevas iniciativas y desarrollos porque tienen muchos enemigos como son los Store de Apple y Android, la piratería, las publicaciones gratuitas, los market-place, las distribuidoras que hacen crossmedia…En otros países, en concreto en brasil, hay bibliotecas dónde la gente va a leer y experimenta una sensación mucho más calida que la de un sitio de compra venta (no recuerdo el nombre). Éso es lo que tiene que aportar una libreria, algo más que comprar y vender, que la gente vaya allí. Las pequeñas librerias lo hacen sobretodo en entornos infantiles, ¿porqué no hacerlo con las bibliotecas públicas? Gran entrada.
Un saludo y gracias!
P.D: El enlace de la entrada que va a mi correo no funcionaba, la he tenido que buscar desde el buscador.
También deberían innovar otros actores del sector. Algunas pequeñas editoriales lo hacen en la medida de sus posibilidades, claro. Pero quienes tienen más voz y poder real dentro de la industria del libro deberían intentar hacer algo que movilice y dejar de estar siempre lamentándose(de Amazon, de Apple, de quien sea). El mercado es el que es, guste o no, y si se gastan las energías y los recursos en lloriquear y ver cómo se puede hundir al otro en lugar de encontrar soluciones plausibles no se llegará a ningún y cada vez irá a peor (sino mira lo que pasó en Francia que estuvieron dale que te pego para sacar una ley para perjudicar a Amazon y en dos días encontró una solución)
Gracias nuevamente por leerme y comentar. Un abrazo.
PD: efectivamente el enlace no funcionaba porque se me escapó algún carácter en la URL… Me di cuenta tarde, cuando la entrada ya estaba enviada 🙁
Personalmente no me ha extrañado este acuerdo entre bibliotecas y librerías. Las bibliotecas están haciendo una labor cultural increíble. Se han adaptado a los nuevos tiempos de una manera poco habitual en los entes públicos, cosa que no han hecho muchas editoriales desde el sector privado. Se han convertido en centros culturales que van mucho más allá del mero préstamo de libros. Lo dice una usuaria habitual y admiradora confesa de las mismas.
Cierto Rosa. En las bibliotecas se realizan una gran cantidad de actividades más allá del libro, como taller, seminarios y cursos de diversos temas. Este período vacacional que se acerca es un buen momento para visitarlas y conocer las actividades que realizan, ya que la bibliotecas no cierran por vacaciones 🙂 Gracias nuevamente por comentar.
Justamente he tratado este tema en las conclusiones finales de mi proyecto del máster: si se empieza a considerar que el sector editorial «será micro» en el futuro, se deberán reforzar las sinergias entre todos los agentes de la cadena del libro, desde el autor hasta el mismo lector. Al fin y al cabo, si bien deben considerarse las editoriales privadas como empresas con un fin lucrativo, no hay que olvidar que como empresas culturales tienen un deber social que cumplir. Y es que, si mal no recuerdo, la aplicación del IVA superreducido al libro (papel) es, en parte, a cuenta de cumplir dicho deber.
Aunque bueno, el deber social de las editoriales y su fiscalidad son temas que darían para largo y que, desafortunadamente, siguen hiriendo demasiadas sensibilidades. Pero creo que ya nos entendemos. 🙂
Felicidades por el blog, ¡no lo conocía! Ya tiene un nuevo seguidor.
Siempre digo que las editoriales son empresas y como tales deben ser rentables, lo que se traduce en que si no venden libros no ingresan dinero en caja y están destinadas a cerrar. Así y todo, con algunos beneficios a su favor, como el IVA superreducido (4% para cualquier libro publicado en soporte físico [por ejemplo, el ebook vendido en CD, DVD o pen drive aplica también este IVA]) y las subvenciones que reciben algunas de las editoriales, deberían exigirse algún tipo de retorno más concreto a la sociedad por su parte. La responsabilidad es tanto del que come como del que deja comer… Es que este tema de las subvenciones tiene mucha tela para cortar.
Descubrí tu blog y a ti gracias a un comentario en la entrada Hechos y datos: el mundo editorial se hunde y no vale el sálvese quien pueda del blog de Aharon Quincoces. Es una de las cosas fantásticas que tiene la red: la serendipia.
Gracias por tus palabras a mi blog y por comentar.
Lo que dice Sergi Soliva es una verdad como un templo. Y en cuanto a eso, las editoriales deben replantearse su modelo de negocio. ¿Habéis visto cuánto cuestan las mermas en una tirada media?, ¿o cuál es el porcentaje que incrementa el precio del libro el destinar una parte a cubrir los excesos de producción? Tienen suerte de tener el IVA superreducido. Sino, se les habría acabado el negocio hace tiempo. Pero si lo pensamos más friamente nos daremos cuenta de una cosa, la industria editorial es la dueña de los medios de este país, en concreto el grupo planeta es accionista mayoritario de A3 media, de la razón, de casi todas las editoriales hispanohablantes…el grupo RCS MediaGroup es dueño de las editoriales italianas y aquí controla Unidad editorial. ¿Se empieza a explicar lo del IVA al 4%? 🙂 Un saludo.
Se explica perfectamente Miguel. Más tela en La edición sorprendida y el patriarca ausente de Bernat Ruiz (no, no soy su agente de prensa, solo una seguidora fiel y declarada de su blog 😀 )
Hola, Mariana, tienes un blog muy interesante.
En el post dices: «Por otro lado, las distribuidoras de libros no pueden realizar una labor comercial para una determinada editorial cuando distribuyen libros de decenas de sellos y todos y cada uno de ellos son sus clientes».
No soy experto en este mundo pero sí me resulta muy atractivo por eso me gustaría preguntarte si, en la era digital y teniendo el servicio de impresión bajo demanda de Amazon, por ejemplo, tiene sentido que una editorial pequeña o independiente contrate los servicios de un distribuidor. Esta es una figura que no acabo de ubicar bien en el proceso editorial :).
Saludos y buen día.
Hola, Sergio:
El tema con las distribuidoras es peliagudo: son un mal necesario. La distribución y comercialización del libro están montadas de tal manera que a una librería solo puedes entrar con un distribuidor. No se trata de si como editorial quieres trabajar o no con distribuidor sino de a dónde quieres llegar y, analizado esto, ver si dependerás de una distribuidora o no. Antes las distribuidoras hacían una labor comercial con el librero y ahora es una tarea que hacen las editoriales. Y, aunque no lo ubiques, la distribución es la parte que más porcentaje se lleva. 😛
Por otro lado, los libros de Amazon no son como los libros que publican las editoriales y que se venden en librerías. Amazon no publica libro con solapas ni con tapa dura, tampoco con papeles especiales, etc. La opciones que Amazon da son X cantidad y entre ellas tienes que elegir, pero no tienes más opciones (por ejemplo, no publica libro con solapas).
Saludos.