Las transformaciones que el sector editorial ha experimentado en la última década han sido varias. Y a raíz de muchos factores, entre los que se encuentran la popularización de Internet y el surgimiento de plataformas de autopublicación.
También la desmaterialización del libro y la eclosión de la versión digital del mismo.
Todo lo anterior, sin dejar de lado la irrupción de empresas tecnológicas que ganan terreno en lo editorial y muchos otros factores que cuestionan la cadena de valor de la producción del libro.
Entre estas circunstancias, una es la necesidad de reconversión de los actores de la cadena de valor del libro y de las tareas que realizan.
De esta forma, los editores han tenido que adquirir nuevas competencias, en especial las relacionadas con el mundo digital; los autores aprender a manejar herramientas de marketing online, y los agentes literarios no han escapado de esta realidad.
Manuel Gil y Joaquín Rodríguez en El paradigma digital y sostenible del libro explican muy bien esta transformación, y de qué manera se recompondrá la cadena de valor y los papeles que cada uno de los agentes asuma, de qué forma se alterarán las competencias que se daban por consabidas y que ahora habrá que desaprender.
La reinvención de los agentes literarios o editoriales
Ser agente literario ya no es lo que era y esta profesión ha tenido que reinventarse, como todas las demás dentro del sector editorial.
Es más, los agentes han tenido que asumir como propias algunas tareas que antes estaban en manos de las editoriales. Tales como la recepción de manuscritos o la publicación de títulos, o labores tradicionales del librero, como el contacto con los lectores.
Muchas editoriales no aceptan la recepción de manuscritos y sólo llegan a ver aquellos originales que solicitan expresamente, los que reciben a través de un agente o los sugeridos por algún autor que ya publican.
Ejemplo 1
De esta forma, se ha producido una traslación de tareas entre los actores de la cadena y, en el caso de los agentes literarios ahora son quienes reciben y evalúan la calidad de un manuscrito.
Igual sucede con las correcciones que hay que efectuar, la edición que necesita, la unificación de criterios, etc.; es decir, realizan una actividad que hasta no hace mucho tiempo era exclusiva del editor.
Ejemplo 2
Otro ejemplo de esta transformación se evidencia en el surgimiento de libros electrónicos impulsados directamente por agencias literarias.
La pionera fue Carmen Balcells que, en 2009, presentó la colección Palabras Mayores, conjuntamente con Leer-e, una plataforma que comercializaba libros y lectores electrónicos.
A nivel internacional, en 2010, hizo lo propio Andrew Wylie con el lanzamiento de Odyssey Editions y con comercialización exclusiva a través de Amazon.
Hace un año (2012) nacía la colección de libros electrónicos ibuku, también dentro de la plataforma Leer-e, dirigida por varias agencias literarias. En su página de Facebook expresan que:
«Es una colección en la que se encuentran libros que no tienen sitio en el mercado actual editorial; es decir, descatalogados e inéditos que no encajen dentro de las líneas editoriales pero que vale la pena que se publiquen”.
Esta colección ha sido impulsada por las agencias literarias Bookbank, CBQ, Ilustrata, imc, International Editors’ Co. y Susanne Theune & Asociados y los ebooks tienen precios muy accesibles.
Ejemplo 3
Igual caso sucede con AK Digital, que distribuye a través de diferentes plataformas online., un proyecto de la agencia Antonia Kerrigan.
Este tiene como fin ayudar a los autores que representan en la publicación digital de libros editados en el pasado y que están libres de cesión de derechos ; también publicar títulos inéditos que no han podido encontrar un lugar en la publicación a través de una editorial.
Otro ejemplo que va en la misma dirección es SB e&books de la agencia Sandra Bruna, “un servicio literario para la publicación de obras en las plataformas elegidas por su autor”.
Más plataformas, más canales, más oportunidades
Se han multiplicado los productos y los soportes donde la obra de un autor puede encontrar lugar.
Las obras de los autores representados por los agentes literarios pueden ser el contenido no ya sólo de un libro —y, en el mejor de los casos, también de una película—.
Ahora este contenido puede ser el corazón de una aplicación para móvil o transformarse en otro producto multimedia que hasta unos años no estaba dentro del panorama de la edición.
Tal es el caso de El Laberinto de la Felicidad, de Alex Rovira y Francesc Miralles, que se publicó Aguilar por primera vez en papel en 2007. Seis años después, este año 2013, Enhancingebooks lanza una apps para iPad [ha dejado de existir]. Si hablamos de contenido para el entorno digital, los formatos se multiplican y escapan al libro tradicional.
Por otro lado, con el surgimiento de nuevas licencias relacionadas a la propiedad intelectual el abanico de posibilidades se amplía. Así, encontramos con ejemplos como Todo va a cambiar, de Enrique Dans.
Esta obra fue publicada en versión impresa y en digital por el sello Deusto. Y también, gratuitamente, en una página web enriquecida, con licencia copylefty en una versión que han denominado edición social.
La agencias en contacto directo con los lectores
Además, las agencias se han abierto al gran público, a los lectores. Hasta hace poco tiempo no se sabía demasiado de las agencias porque se movían entre los autores y las editoriales.
Eso ha cambiado: se han hecho visibles y su presencia es mucho más activa en las redes sociales, donde se encuentran los lectores y prescriptores de libros.
Así, encontramos páginas de Facebook de agencias literarias como Sandra Bruna, Schavelzon Graham y Letras Propias. Son cuentas con más seguidores que varias editoriales, y lo mismo sucede con distintos perfiles de Twitter.
A modo de de resumen
Aunque el trabajo principal del agente es ser el representante del autor —con todo lo que ello implica y que no es poco— ha tenido que saber adaptarse al nuevo entorno de la edición.
Los ejemplos mencionados evidencian que los agentes no tienen ya como cliente único a las editoriales; en la actualidad también deben negociar con plataformas de distribución y otras empresas interesadas en los contenidos de sus escritores.
Se enfrentan a nuevos modos de explotación de los derechos de sus representados y que, por las circunstancias actuales de la edición, han tenido que acercarse más al lector.
Y lo mismo pasa con otras profesiones que intervienen en la industria editorial: lectores profesionales, editores, maquetadores, correctores, profesionales del marketing, libreros, bibliotecarios, etc.
“Te reinventas o te quedas fuera” es una de las máximas de la edición actual. Y aquí estamos, reinventándonos también 🙂
Al menos es un sector que se está adaptando a los tiempos, reorganizándose y ampliando sus labores, algo que muchas editoriales y distribuidoras se niegan a hacer.
Justo hace un rato comentaba en Google+ que parte de la reconversión
—del sector en general— está en evaluar quién aporta valor y quién no, y quien no lo aporte no tendrá lugar. Esto para en la edición y en cualquier otro ámbito productivo: quien esté en el medio, no aporte nada —o lo que aporte se pueda reemplazar por otras vías— y sólo se lleve dinero, terminará saliendo de la cadena (o lo sacarán…)
Gracias por participar siempre en mi blog con tus comentarios.
Precisamente tratas un punto clave en tu artículo: una editorial que se niega a recebir manuscritos es un productor que se niega a trabajar con su materia prima, algo absurdo. Si sólo es aceptable lo que ya funciona, qué función pretenden realizar las editoriales? Los agentes, quizá por una cuestión de tamaño, que les permite ser ágiles, va a terminar substituyendo a aquellos editores que den la espalda tanto a sus proveedores de contenidos como a sus lectores.
Algunas editoriales se quieren seguir recibiendo manuscritos porque no pueden abarcar la avalancha de nuevas obras que les llegan, pero no porque renuncien a trabajar con ellos. Por supuesto, una editorial sin un autor y su obra no tiene razón de ser.
Muchas gracias Feidor por visitar mi blog y comentar.
Instinto, sexto sentido, tercer ojo, a modo de gran herramienta que debe poseer un editor.
Y, por cierto, muy lúcida tu reflexión sobre la necesidad de reinventarse el mundo editorial.
Comentario
Muchas gracias por tu comentario Eduardo, por visitar mi blog y comentar.
Estoy perfilando nuevas entradas relacionadas a la conversión dentro del sector y espero leerte pronto de nuevo por aquí.
Cada dia el ejercicio de fe de la escritura se parece mas a los pentecostales. Y está bien que sea asi:escribir como un acto de buena fe.
Querida Mariana,
Muchas gracias por este post que leo mucho tiempo después. Quería aprovechar para hacerte una pregunta sobre este tema. ¿Cuánto se lleva de comisión un agente si un autor suyo gana un premio literario? Debería quedar estipulado en el contrato de representación? Muchas gracias de antemano.
Hola, Marina. Debes considerar que la mayoría de los premios en realidad es un anticipo de la edición de un libro; por tanto, le corresponde al gente el mismo porcentaje que habéis acordado en el contrato. Así y todo, también es algo que se puede estipular previamente, por contrato; es decir, dejar por escrito qué sucede si el autor gana un premio en el cual el agente no ha hecho ninguna gestión.
Muchísimas gracias Mariana.
Por otro lado, quería hacerte otra pregunta (si no abuso demasiado de tu amabilidad!). Me cambio de agencia y quisiera saber qué pasa con los contratos firmados en mi nombre por mi antiguo agente. ¿Quién me pagará los royalties de los contratos firmados antes? Si quiero hacer una edición ilustrada de un libro gestionado con el agente anterior, ¿debo negociarlo con él? ¿O puede mi nuevo agente negociarlo? Tantas preguntas…! Gracias de antemano.
Depende lo que figure en el contrato con el primer agente, de lo que hayas firmado con él; si por obra, por tiempo, etc. Y de lo que acuerdes con el nuevo. Qué sucede cuando se acaba un contrato también debería ser parte de un contrato.
Es un contrato muy corto y no especifica nada sobre la terminación más allá de que tiene una duración de X años y que abarca la representación de todas mis obras en todos los territorios. Ahora que nuestra relación termina, ¿seguirá gestionando algo él? No sé si puedo ofrecerle a un nuevo agente que gestione esos contratos ya firmados, o firmar contratos derivados de esas obras. Gracias otra vez!
Tendrás que hablarlo con ellos, con los agentes entonces. Estas cosas son muy particulares e influye la relación que tengas con el agente anterior.