“Estoy escribiendo un libro”. “He acabado de escribir un libro”. “Estoy pensando en escribir un libro sobre…”. Estas son frases que suelen oírse con frecuencia y que, a pesar de parecernos corrientes y obvias, no son certeras.
El jueves pasado comencé mi intervención en la mesa redonda Edición 2030: ¿una odisea lectora? haciendo esta aclaración. Mencionaba la diferencia entre libro y obra, e identificaba la creación de una obra frente a la edición y publicación de un libro.
Frases como las del inicio se escuchan con asiduidad y encierran una equivocación conceptual. Y, desde el punto de vista de los derechos de autor, afectan directamente a los derechos que se ceden en un contrato de edición.
Entonces, ¿qué crea un escritor?
Un autor no escribe un libro, lo que escribe es un texto, un contenido: el autor crea una obra. Que esta derive en un libro es una cuestión diferente y posterior a la creación de la obra.
La obra es un original, una creación original, y el libro es un formato. El texto, las ilustraciones y las fotografías constituyen una obra, el contenido. Mientras, el continente (el formato) puede ser un libro impreso, un libro digital, una apps, una miniserie para televisión o una película.
En Derecho de autor para autores (colección Libros sobre Libros del Fondo de Cultura Económica, pág. 4, 2004) José Luis Caballero Leal menciona que “el papel, el lienzo, un muro, una cinta magnética, un disquete, un disco compacto tienen como elemento común poder ser receptores de una obra de creación”.
Esta frase hace referencia a los diferentes soportes o formatos; es decir, a las distintas modalidades en las que puede plasmarse o derivar una obra; tanto se trate de una obra originaria o primigenia como de una derivada.
¿Cómo aparece esta diferencia reflejada en un contrato de edición?
A efectos legales, los derechos de autor recaen sobre la obra, no sobre el libro o sobre el autor.
De hecho, el contrato de edición tiene razón de ser porque establece y reglamenta la transformación de la obra a diversas modalidades, entre ellas, el libro.
La primera cláusula de un contrato de edición dice —palabra más, palabra menos —:
“Que [nombre y apellido del autor] es autor/a de la obra [título de la obra] (en lo sucesivo la OBRA) y titular en pleno dominio de cuantos derechos son objeto del presente contrato”.
Y la segunda cláusula:
“Que el editor se halla interesado en adquirir los derechos de explotación de la OBRA en las condiciones que se dirán a continuación.”
Y así con el resto de las cláusulas o partes del contrato. Siempre el original, el punto de partida, es la obra y una de sus posibles transformaciones, el libro.
Por otro lado, decir libro es un tanto reduccionista, si se condera que existen diferentes tipos de libros. La primera distinción la encontramos entre libro impreso y libro digital.
Pero incluso dentro del formato libro impreso también existen diferentes modalidades: trade, tapa dura o hardcover; rústica o paperback; de bolsillo; de texto; edición especial; para quiosco, etc.
Teniendo en cuenta la edición digital, una obra puede transformarse en un libro digital, pero también en una aplicación para móviles y tabletas como en una página web.
Sin deseos de que me tipifiquen como “maestra ciruela”, mi objetivo en esta entrada es arrojar un poco de luz a palabras o expresiones que utilizamos a diario cuando hablamos de edición, producción y publicación de libros, pero a veces no los hacemos en el sentido acertado.
Me ha encantado tu artículo. El lenguaje, las palabras, están y nos ayudan cuando sabemos qué quieren decir. Muchas gracias. Fantástico.
¡Gracias a ti por leer la entrada, Amelia!
Lejos de ser «maestra ciruela» me parece, sin conocerte, que eres una gran profesional. Compartir estos artículos: sencillos, útiles y llenos de conocimiento nos ayudan y nos hacen aprender a personas como yo, y muchos más aspectos básicos y a veces olvidados de nuestro campo.
Gracias.
Excelente post, Mariana… estaba presente en Edición 203: ¿una odisea lectora? y esta, entre todas las joyas que compartiste, fue mi preferida. En mi quehacer diario intento ser coherente al máximo, por eso cada vez hablo menos de «escribir» y más de «contar historias». Una obra literaria la limitamos al libro, pero contar una buena historia admite otros formatos. Esta idea cuadra con lo que comentas. Un saludo y gracias por tu estupendo blog.
Tus lecciones no son las de una “maestra ciruela”, son las de una verdadera maestra en el tema editorial. Dignas de ser muy bien valoradas y aprendidas. Gracias.
Emilia, Alejandro y Carlos ¡Gracias por vuestras palabras! Saludos
Gracias Mariana, una explicación muy clara. Si puedes comentar sobre los concursos literarios (por ejemplo cuando no te entregan el libro editado por haber ganado el primer premio) te agradecería mucho. ¿Existe algún lugar donde pedir asesoramiento legal? Cariños
Hola, Ana María. Ante todo, en un concurso, hay que leer las bases e intentar comprender qué dicen, de manera cabal, para no quedarse con dudas. No sé si por «libro editado» te refieres a «libro publicado», ya que «editar» y «publicar» son acciones diferentes (ver La autoedición no existe). El camino es analizar las cláusulas del concurso; si se incumplen se puede avanzar en algún tipo de acción legal. Saludos.
Entonces para quedar claro. Estoy escribiendo una obra que posteriormente tendrá un formato de libro en papel y libro digital. 🙂
Me gustó el artículo, realmente es muy esclarecedor para alguien que como yo, empieza apenas.
Como siempre Mariana, una gusto leer tus entradas. Es un gran aporte esta aclaración pequeña y sutil de la malinterpretada definición de «autor de libros» en lugar de «autor de una obra».
Un saludo.
Es lo que tiene estar inmersa en contratos editoriales, que una se pone muy tiquis-miquis con la terminología 🙂 ¡Saludos!
Muy cierto tu análisis Mariana. Me agradan tus definiciones. Soy partidario de creer que mi tarea como autor profesional se equipara a la de cualquier artista que vive de sus creaciones, que se enamora de sus obras y que aprende a amar a sus personajes; todo, con la satisfacción de sentirme dichoso con lo que hago.
Estoy creando una obra…que me gustaria tuviera a un escritor…y ser yo sus autora…me encanto tu aclaratoria…gracias…
Excelente. Gracias por lo detallado de su articulo. Sumamente enriqucedor.
Hola:
Creo que los escritores, o los que pretenden serlo (en este segundo grupo entro yo), tienen bien claro eso; pero la mayoría de los lectores no, por eso es bueno que lo aclares.
A veces dejan comentarios en mi blog: «tendrías que escribir un libro», «¿Cuándo vas a sacar un libro?» y cosas así. ¡Nadie escribe un libro! Puedo crear una obra, pero no es un libro. Como si dependiera de uno que te publicaran ¡Jaja! Claro que los lectores comentan eso con buena intención, pero de todas formas cae un poco mal. Para que lo entiendan bien, tendría que imprimir una obra en mi impresora, unir las hojas con una engrapadora y venderla así. Ahí entenderían la diferencia entre obra y libro ¡Jaja! ¡Saludos desde Uruguay!
Hay algunos escritores que andan despistadillos, Jorge. Se evidencia cuando tienen un contrato de edición enfrente, y por ello esta entrada. Gracias por tu comentario y saludos.
Qué alegría que Su Merced sea una «tiquis-miquis» respecto a conceptos. En pocas palabras me ha aclarado el panorama, y me ha hecho comprender la diferencia entre la gimnasia y la magnesia. Si no le importa, a partir de hoy la leeré con asiduidad. Le presento mis respetos.
Encantada de que me lea con asiduidad 🙂 Saludos.
Excelente artículo. Siempre he pensado que el uso correcto del lenguaje es lo que nos hace transmitir nuestra historia de la forma que pretendemos. Como escritores debemos tener claros estos conceptos. En general un blog muy interesante. Pasaré a leer seguido. Saludos!
Gracias por visitar mi blog y bienvenida tu lectura 🙂
Qué gran verdad, Mariana. Te agradezco como siempre tus entradas que solventan dudas y aclaran temas que a veces ya «por costumbre» no definimos con claridad. Siempre es bueno leer a quienes más saben (de «maestra ciruela», nada!). 😉
Abrazos, ¡gracias!
¡Es que en un contrato de edición la diferencia es vital! La obra es el origen y el libro una de sus derivaciones. Abrazo y gracias por pasarte por aquí, Poli.
Muchas gracias por el artículo, me sirvió de ayuda; entonces, ¿estaría bien decir que todo libro es una obra?
El libro es una de las tantas posibles transformaciones de una obra, no son lo mismo. Ahora bien, si en un artículo, por ejemplo, es necesario utilizar sinónimos a libro es habitual emplear obra como tal, o título.