Volcar correcciones en una maqueta puede ser una tarea altamente pesada y poco gratificante; más todavía si las indicaciones son difíciles de entender.
La introducción de correcciones en un archivo maquetado, de InDesign, es un trabajo que debe hacerse con doble cuidado.
Por un lado, hay que ser meticuloso en la introducción de una cada una de las correcciones. Y, por otro lado, atender de no desarreglar algo que está bien hecho.
Es muy común que al introducir una corrección se modifique la frase e incluso un párrafo entero. En este proceso, pueden aparecer nuevas separaciones de palabras, repeticiones de sílabas y erratas.
Además, hay que respetar el criterio adoptado por el editor sobre las correcciones. Las cuestiones que se fijaron para la corrección de estilo no pueden cambiarse en la corrección de pruebas. Caso contrario, el proceso acabará siendo un auténtico infierno para todos.
Cuando se introducen las correcciones en una maqueta ya se ha superado el ecuador del proceso de edición. Los contenidos están maquetados y las correcciones se efectúan sobre la tripa del libro, no sobre el archivo original.
Por tanto, hablamos de correcciones de ortotipografía o de pruebas, no de la corrección de estilo. Y estas se incorporarán a un archivo de InDesign, no ya en el Word u otro procesador de textos.
En definitiva, es importante indicar de manera clara y sin equívocos, pero sin florituras:
- dónde se debe hacer la corrección;
- qué se tiene que eliminar o cambiar;
- qué debe ponerse en su lugar, y
- cómo, si procede.
Cada vez más, las correcciones se hacen directamente en un archivo de ordenador y no sobre papel, como solían hacerse antes.
Esta situación hace que una entrada como esta sea posible y pertinente. Porque ayuda a aclarar las diferentes maneras de consignar correcciones al maquetador.
Opciones para señalar correcciones en una maqueta
1. El método tradicional: a mano y sobre papel
Se trata de hacer las correcciones sobre papel, a mano. Es la forma más tradicional y la que se hizo durante siglos, desde la época de los copistas.
Algunas editoriales aún siguen empleando este método. Para ello, se imprimen todas las páginas maquetadas. La tripa del libro impresa se entrega al corrector y este hace su trabajo.
Para que todos los profesionales de la edición que intervienen en el proceso comprendan las correcciones se usan unas marcas específicas.
Las llamadas, signos y señales conforman los llamados signos de corrección. En España están estandarizados bajo la norma UNE 54051:2016.
Una vez acabada la tarea del corrector, la tripa le llega al maquetador y este volcará una a una las correcciones.
En este caso, el maquetador identifica la corrección sobre el papel, busca la página correspondiente en el programa, ubica dónde debe hacerse la corrección y la efectúa.
Este proceso puede ser muy laborioso cuando hay decenas de correcciones en una maqueta de un libro. A decir verdad: es un trabajo que puede llegar a ser un auténtico coñazo.
Por eso es tan importante entregar al maquetador un archivo con el contenido lo más acabado y pulido posible para generar las primeras pruebas del libro.
Una vez realizadas las primeras y segundas pruebas se envía el PDF de la tripa para su impresión. La imprenta hace la imposición de las páginas y se efectúa una nueva revisión.
Esta corrección se trabaja sobre papel, en lo que se suele denominar plóter de imprenta. Las correcciones son (o deberían ser) mínimas y se introducen directamente en la imprenta.
2. Listado de correcciones en un archivo de texto
A veces lo más práctico es hacer una lista de las correcciones que deben efectuarse en un archivo. Eso sí, siempre indicando la enmienda con la mayor precisión posible.
Algunas veces se emplea un archivo Excel, pero considero que es mejor un sencillo archivo de Word o un procesador de texto similar.
Una forma inequívoca y muy útil para el maquetador es indicar la página, qué se debe quitar o cambiar y qué poner en su lugar, si procede. Por ejemplo:
¿Por qué es un método útil y ágil para el maquetador? Porque este usa la herramienta Buscar/Cambiar para encontrar el texto.
El maquetista copia el texto de Dice, lo pega en la ventana de Buscar y así lo encuentra. La corrección puede introducirla a mano o bien colocar Donde debe decir en Cambiar a y ejecutar el cambio.
Sin embargo, para que esto funcione el autor debe señalar el texto exacto que quiere suprimir, agregar o cambiar.
Para mí, lo más práctico es usar Buscar para encontrar lo que se debe cambiar y luego hacer la corrección a mano; siempre cuidando de no trastocar el resto del contenido.
3. Señalar las correcciones en PDF
Cualquier lector de PDF permite hacer anotaciones mediante Comentarios; sin embargo, son mejores aquellos programas que ofrecen más funcionalidades que solo comentarios.
Adobe Acrobat Reader permite realizar correcciones en una maqueta en PDF mediante la herramienta Comentar.
Esta aplicación tiene varias opciones incorporadas que ayudan a la corrección; como Subrayar texto, Tachado texto, Agregar nota para reemplazar texto, Insertar texto en la posición del cursor, etc.
Estas herramientas ayudan a que las correcciones sean más nítidas y exactas.
Por ejemplo, se puede usar la herramienta Agregar nota para reemplazar texto para tachar lo que hay que eliminar y, en el comentario, escribir lo que se debe incluir.
Indicaciones las justas
Las observaciones por parte del corrector, del autor y del editor deben tener las indicaciones necesarias, ni más ni menos.
Retomando lo expuesto al inicio de la entrada, las correcciones tienen que marcarse sin equívocos, pero sin florituras. Por ejemplo:
- dónde se debe hacer la corrección: Pág. 13
- qué se tiene que eliminar o cambiar, o qué debe ponerse en su lugar: Reemplazar maestros por mentores en «…los llamábamos maestros porque eran quienes nos daban las lecciones de vida más prácticas…»
- cómo, si procede: Mentores, en cursivas.
Esto significa que el exceso de datos puede dar más problemas que soluciones; también especificar las correcciones de manera rebuscada.
Mejor enviar un solo archivo de referencia con las correcciones. En el caso de que dos personas hayan hecho correcciones estas deberían unificarse en un solo archivo.
Debe tenerse en cuenta que cuanto más compliquemos la tarea al maquetador más aumentan las posibilidades de cometer errores, de generar nuevas erratas y cosas peores.
¿Te acuerdas de la página 421, que salió en blanco, en Grey? Pues eso puede pasar en un pestañeo mientras se vuelcan correcciones en una maqueta.
Tipo de indicaciones que deben evitarse
Casos como los siguientes deben evitarse:
Página 135: segundo párrafo, séptima línea, octava palabra, cambiar maestro por profesor.
¿Por qué? Porque el maquetador tiene que buscar la palabra cual búsqueda de un tesoro. Además, no hay énfasis en la palabra a cambiar y ayudaría que lo tuviera.
Ya ni hablemos de casos como estos:
Página 135: segundo párrafo, cambiar maestro por profesor y ponerlo de lado.
¿Por qué? Porque en el párrafo puede haber más de un maestro y el maquetador no sabe cuál debe cambiar.
(Incluyo «de lado» porque es un hecho real: un cliente quería decirme que ponga el texto ladeado, torcido y era que lo ponga… ¡en cursivas! 😆 ).
Otra que es mejor no usar:
Página 135: arriba de todo a la derecha poner tres puntos al final del párrafo.
Es una indicación ambigua, que demanda un ejercicio de adivinación por parte del maquetista para desentrañar qué se ha querido decir.
Exactitud ante todo
Casos como el siguiente revisten mayor importancia por el desastre en que puede acabar el texto.
Si, por ejemplo, el fragmento en el libro fuera este: «…estaban desolados tras la llamada cuando Juan los convocó en la oficina del juez…» y la corrección es la siguiente:
Página 135:
estaban desolados tras la llamada
estaban desolados tras la noticia cuando Juan los…
La frase resultante en el libro sería esta: «…estaban desolados tras la noticia cuando Juan los cuando Juan los convocó en la oficina del juez…».
¿A que es muy grave hallar correcciones de este tipo, con fragmentos duplicados, y máxime cuando se multiplican en un mismo libro? ¡Horror!
Y esto se debe a que la indicación no es exacta. E insisto en la exactitud de las indicaciones; con las comas, los puntos y los signos que hagan falta incluidos.
Las fotografías o capturas de pantallas con correcciones mejor obviarlas. Si se trata de dos o tres no pasa nada, pero si son varias es preferible escanear las páginas y armar un PDF.
El maquetador introduce correcciones, no corrige ni tiene por qué hacerlo.
Ten en cuenta que el maquetador no va a leer el texto con el que trabaja; no tiene que hacerlo porque no es parte de su labor. Por tanto, no tiene que intentar interpretar lo que el corrector o el autor o el editor le han querido decir. Amén de que en las interpretaciones radican varios malentendidos.
Y esto teniendo en cuenta que el maquetador domine el idioma en el que está escrito el libro. Quien introduzca las correciones puede desconocer el idioma, conocerlo poco o simplemente no tener criterio —ni permiso del cliente— para «meter mano» en el texto.
Por eso, la indicación debe ser una directriz, un dato claro y que no se preste a confusiones. No hay que incluir preguntas o dudas sobre cuestiones que al maquetador no le competen.
Y hago mención de manera específica al maquetador y no al diseñador porque rara vez este último introduce correcciones en una maqueta. A menos que el proyecto lo ejecute la misma persona, el diseño y la maquetación son áreas diferenciadas.
Comentarios como estos no deberían dejarse en las pruebas:
No sé cómo se escribe, si Los Angeles o Los Ángeles
Qué se usa más: suéter o jersey?
Tal vez podrían ponerse tres puntos (…) en lugar de etc.
Lo anterior es válido solo si la consulta está dirigida al editor o quien introduce las correcciones tiene el permiso para tomar una decisión al respecto.
Por ejemplo, algunos de mis clientes delegan este tipo de resoluciones en mí, porque confían en que mi criterio está en consonancia con el de ellos, y porque llevo años haciendo este trabajo.
En proyectos como los libros por encargo o los de coordinación editorial se sobrentiende que este tipo de cuestiones son resueltas por mí o alguien de mi equipo de colaboradores.
¿Cuál es el método más práctico para mí?
Todo depende de la cantidad de correcciones que sean y de la complejidad que entrañen.
Si se saben usar las herramientas de Comentarios en PDF este es mi preferido porque permite que importe los comentarios a InDesign. Es decir, la opción 3.
En caso de que no te animes con el Acrobat Reader (que es gratuito), entonces me decanto por el listado en Word, la opción 2.
Cuando las correcciones son pocas —unas diez, quince— pueden enviarse en un Word o directamente en el cuerpo del mensaje del correo electrónico.
Con los correctores uso las correcciones en PDF o sobre papel (cada vez menos). Aunque alguno prefiera hacer las marcas de corrección sobre él, como si estuviera haciéndolas en papel; con la herramienta Dibujar a mano alzada.
Esta opción manual sobre PDF no me convence. Hay que tener muy buen pulso para indicar bien las llamadas, signos y señales y que se entiendan. Además, las correcciones no permiten dejar marca de verificación ni responder sobre ellas.
Con los autores suelo usar más el listado en Word. Más que nada porque Word lo sabe utilizar todo el mundo y es más fácil recurrir a lo que se tiene a mano y se conoce.
Con los editores, depende; a veces con la lista de correcciones y otras veces son el PDF comentado. Aunque también suele llegar cada tanto alguna corrección sobre papel o escaneado.
Autor o editor: ¿cómo envías tus correcciones al maquetador?
Corrector: ¿cómo sueles hacer las correcciones o cómo te las solicitan los clientes?
Maquetador: ¿cómo prefieres recibir las indicaciones para introducir las correcciones en una maqueta?
Soy correctora. prefiero corregir las pruebas en PDF porque mis cervicales sufren más con el papel. Con los maquetadores hemos probado varios sistemas y hemos descartado las herramientas del Acrobat, porque cuando las correcciones son pequeñas (cambiar ‘y’ por ‘e’) a veces pasan inadvertidas.
El sistema que adoptamos es el resaltado con nota emergente (doble clic en el resaltado). Resalto con un color llamativo el texto que debe sustituirse y escribo en la nota el texto sustituto. Si lo que debo escribir es una indicación o un comentario (por ejemplo, ‘En versalitas’ o ‘Esto quedó en cuerpo menor’), lo escribo entre llaves, de modo que no haya lugar a confusión.
Cuando hay correcciones muy repetidas (por ejemplo, si en un capítulo desaparecieron las cursivas o los subíndices), uso un color diferente para señalar esas correcciones y hago la indicación una sola vez (por ejemplo, ‘Todo lo resaltado con este color va en cursiva’).
Con dos de los diseñadores con quienes suelo trabajar hemos evaluado el sistema y lo consideran el más claro.
Esto que comentas, María, también lo suelo hacer y no lo recordé para incluirlo en la entrada. Es decir, convenir con el corrector determinadas marcas para entendernos entre ambos. Lo importante —creo yo— es establecer un código entre las partes, para que todos entiendan/entendamos las correcciones.
También es cierto que si es la primera corrección ortotipográfica es diferente de una segunda o tercera (si se llega a ella); ya que en la primera habrá más correcciones que en las demás.
Muchas gracias por leerme y dejar tu comentario en el blog.
Excelente entrada; aunque eso no es una novedad porque ya nos tienes acostumbrados.
Como correctora digo que para la corrección de pruebas prefiero el papel y el rotulador rojo. En primer lugar porque es el método más fiable para lograr la mejor corrección posible. En segundo lugar, y muy importante, porque cualquiera de los otros métodos con las tarifas que se manejan en el mercado español es trabajo de esclavos. A la forma tradicional (marcas en papel) se añadieron las que permiten los ordenadores; eso es estupendo porque da alternativas (a trabajar en distintas ciudades e, incluso continentes), pero para el corrector todos los otros sistemas suponen mucho más tiempo y las tarifas, que ya eran raquíticas, no lo tienen en cuenta.
En esta entrada no abordé tarifas porque ya es harina de otro costal, pero sí tendría que haber tarifas diferenciadas para los distintos modos de corrección. Así y todo, me parecería que la opción de marcas en el PDF es más práctica que la de papel. ¿No será que se prefiere el papel solo por costumbre, por tradición? Es una pregunta que (me)hago porque yo soy de las que imprime para hacer revisiones tipográficas…
No mencioné las correcciones que algunos clientes piden a los correctores que las hagan directamente en la maqueta de InDesign; es decir, abriendo el programa y haciendo las correcciones dentro en la maqueta; vamos, haciendo el corrector su trabajo y, además, el trabajo del maquetador. Esto implica un conocimiento del programa que dudo se pague como se merece.
Como decía en un comentario anterior, depende mucho la corrección que sea y la cantidad de cambios que hay que hacer. Si son 30/50 en un libro con un listado es más que suficiente, ahora si son 300 la cosas cambia (y ahí es cuando a mí me dan vario patatuses). 😆
He comprobado que marcar en PDF (con el sistema más rápido, nada de colores ni explicaciones) lleva alrededor del 30 % más de tiempo y mucho más tensión en la muñeca y en la vista. Si lo pagan, estupendo; si pretenden que cobre lo mismo que en papel… Y, desde luego, si hay muchas correcciones, no me parece adecuado. EL PDF es un formato pensado para que esté cerrado y que no se toque, no para apuntar cambios.
Sobre texto maquetado solo corrijo pruebas de página. Corrección de estilo o primeras, en procesador de texto (si hace falta control de cambios, muy bien).
Corregir primeras en papel o en PDF me parece un despropósito: trabajo más porque debo indicar que otro haga lo que yo podría hacer directa y rápidamente, a veces incluso con reemplazos; el diseñador trabaja más porque tiene que interpretar mis correcciones y pasarlas al texto, cuando podría recibirlas ya incorporadas; vuelvo a trabajar más para controlar que el diseñador me haya interpretado bien, y el proceso se repite con lo que haya quedado pendiente. Además, es probable que en la corrección me limite a corregir errores y me guarde sugerencias de mejora, para no fastidiar.
En cambio, corregir pruebas de un texto que fue corregido antes de maquetarse es encontrar los errores que se pueden haber pasado en la primera, los que pueda haber añadido accidentalmente el diseñador y los errores de maquetación propiamente dichos. Si el proceso editorial fue bien llevado, en esta etapa las correcciones son pocas y sencillas.
Exacto, María. En la entrada hago la aclaración de que se trata de correcciones ortotipográficas, de pruebas, primeras o segundas, pero no de corrección de estilo, ya que esta debe siempre hacerse en un procesador de texto, porque el trabajo es mucho más arduo.
Gracias por contar tu experiencia y comentar en la entrada.
¡Muy buen blog y buen tema, Mariana!
A los correctores nos conviene hacer dos correcciones sobre la obra completa original. La primera corrección: el texto corregido de estilo, y muy a fondo, con el procesador de textos Microsoft Word (insuperable con sus atajos de teclado y automatizaciones). La segunda corrección: el texto ya maquetado corregido sobre PDF, con el procesador de imágenes Adobe Acrobat Reader. Es la opción de trabajo más adecuada y cómoda. Insume menos tiempo, asegura la mayor calidad y puede utilizarse en todos los países de habla española.
Claro, Pilar. Y dos correcciones, como mínimo, aunque los tiempos y, sobre todo, «los dineros», hacen que la mayorías de las correcciones se acaben en la ortotipográfica. Gracias por comentar.
Hago todo en mis libros. Maqueta, correcciones y diseño. Las correcciones las hago en Microsoft Word utilizando las herramients de Revisión-comentarios en globos laterales. Lo primero que hago es la Revisión de ortografía y gramática automática. Luego la hago manual por si el diccionario no lo reconoció todo.
Paso a la revisión con comentarios. los escribo en los globos laterales, señalando en un color la palabra o la frase a cambiar. En el comentario utilizo el método indicado aquí: dice blanc pero debe decir blanco (por ejemplo).
Guardo el archivo con el mismo nombre agregando revisión 1 y corrijo en el nuevo archivo. Vuelvo a Revisión automática.
Maqueto y convierto en PDF cuando estoy satisfecha de las correcciones.
Reviso como quedaron las páginas.
Si hay algún error, vuelvo al documento en Word porque no sabía que con Adobe Reader podía arreglar el PDF. Soy nueva en este trabajo.
No utilizo InDesign, no sé trabajar con él.
Gracias Mariana y a las demás
Hola, Dolores. Gracias por contar tu experiencia en los comentarios.
Te comento que si bien se pueden marcar correcciones en PDF hacerlas allí mismo puede destruir todo el trabajo. Si se trata de poner un acento a una palabra y son tres correcciones en todo el libro, vale; se hacen las tres correcciones en la imprenta y listo, con sumo cuidado y usando Adobe Acrobat Pro (no Reader). Así y todo, los impresores prefieren que se hagan las correcciones en el archivo maquetado (incluso siendo una sola) y se les vuelva a enviar el PDF con resolución de impresión. Más que nada porque puede moverse algo y descuajeringar las páginas.
Saludos.
¡Qué interesante es conocer las diferentes maneras de trabajar de otros compañeros!
Soy correctora y, como bien habéis dicho, la corrección de estilo la ortotipográfica la hago en el procesador de textos y las correcciones de pruebas sobre el pdf. Estas últimas son las correcciones de las que hablamos y en la que las modificaciones deben ser mínimas. En mi caso, recurro a la nota emergente como ha dicho María en el primer comentario y, además, emito un informe en pdf en el que aparecen resumidas las correcciones y su localización en el texto (utilizo Foxit PhantomPDF Express y elabora el documento muy fácilmente). Este informe lo adjunto por si el maquetador quisiera hacer un seguimiento de las notas de una manera más ordenada, pues se puede imprimir y es muy útil marcar las que se han resuelto o si queda alguna duda y hay que preguntar de nuevo al corrector y/o al editor.
Mariana, como siempre, encantada de leerte.
Hola, Raquel. Voy a cotillear el programa Foxit PhantomPDF Express que comentas porque no lo conozco.
Louis Harnby ha creado marcas de corrección (para inglés) que pueden sumarse como sellos en los programas de edición de PDF. El inconveniente que noté cuando los probé, ya hace bastante tiempo, es que había que sumar uno a uno al programa y ralentizaba el trabajo.
Gracias por pasarte por aquí y comentar.
Mariana:
La corrección ortotipográfica también la hago sobre el texto en Word, junto con la corrección de estilo. Al pasar el texto al InDesign, un buen maquetador mantiene las cursivas, versalitas y demás tipografías que asignamos al texto. (No sé si soy solo yo, pero me parece que aquí quedaron desentendimientos sobre tareas de corrección en Word y tareas de corrección sobre PDF. Si soy solo yo, me disculpo ya mismo.) En la corrección de pruebas de página, sobre PDF, con resaltador y nota emergente, para que el ingreso lo haga el diseñador o maquetador en InDesign, solo revisaremos que esté todo bien en el paso de un formato al otro, de un procesador al otro, que no se haya perdido nada, que se mantenga o se mejore el texto. (Que nos conviene hacer una lectura completa para comprobar no haber dejado erratas, ya lo sabemos.)
Saludos a todas. Este nivel de intercambios me entusiasma mucho.
El problema de hacer la ortotipográfica en Word es que, al final, solo es una corrección de ortografía, porque la revisión tipográfica debe hacerse con el texto maquetado, con el contenido puesto en la página. De nada sirve marcar repeticiones de sílabas en Word cuando luego no se presentará esa misma repetición en InDesign.
Ahora bien, hay veces que algunos autores —y editoriales, doy fe de ello— que no hacen una corrección de estilo y solo hacen una ortotipográfica. En este caso, ¿la corrección ortotipográfica se hace sobre el original, antes de maquetar, o directamente cuando la obra ya está puesta en página? En un caso como este, suelo revisar la obra antes, porque a veces hay textos que necesitan mucho «retoque básico», por llamarlo de algún modo. Errores comunes que detecto sin siquiera leer un texto son los dobles espacios, el uso de guion por raya y el incorrecto uso de comillas, por mencionar tres típicos. Esto prefiero que se haga en Word porque solo el cambio el guion por raya descuadra todas la maquetación de un libro. En situaciones como estas prefiero que la corrección ortotipográfica se haga en Word y luego hacer una revisión tipográfica en InDesign.
Porque también hay que tener en cuenta qué correcciones quiere el cliente y cuántas y a cuánto está dispuesto a pagarlas. Hay una realidad y es que no se puede «pedir lustre, pulido y brillo» a precio de «pasa el trapo». 😆 ¿Podemos hacer dos correcciones? ¿Cuatro, tal vez? ¡Y tanto! Las que quieran, siempre que el cliente esté dispuesto a pagarlas. Pilar Comín sacó a relucir el tema de las tarifas en los comentarios.
Cuántas correcciones y cómo se hacen dependen en gran medida de la cuestión económica.
Aquí está la diferencia entre los conceptos que manejamos, Mariana.
La corrección de estilo incluye siempre la corrección ortotipográfica y ambas se hacen en Word. Si se tratara solo de corrección ortotipográfica y no de estilo, a pedido del cliente, presupuestaremos menos, eso es obvio. Los honorarios o tarifas tenemos que establecerlos sobre esta dinámica. Son muy diferentes.
Sobre texto ya maquetado, la corrección será de pruebas de página. Si la primera corrección, la de Word, está completa y bien hecha, toda, de estilo y ortotipográfica, sin cabos sueltos de ningún tipo, entonces la corrección de pruebas será bien sencilla.
A los correctores nos sirve corregir a fondo todo en Word para que en PDF ya sea una tarea mínima. Nos sirve en tiempo y nos sirve en dinero. Los presupuestos hay que pactarlos de antemano, obra a obra, original a original, esta es la contrariedad.
(Perdón por las repeticiones de mensajes.)
Más de un corrector disentirá contigo en que una cosa es la corrección de estilo y otra la ortotipográfica, y que deben ser hechas por separado y por diferentes personas. Entiendo que aquí cada uno tiene su visión; yo prefiero que las correcciones sean hechas por diferentes personas porque lo que no ven unos ojos lo ven otros, y lo tengo más que comprobado.
Los maquetadores agradecemos que nos den un Word lo más impoluto posible, porque si tareas ingratas hay (y a veces hasta cansina) hay es introducir correcciones. A mí puede llegar a desesperarme, así que cuanto más limpio y acabado esté el texto, más feliz soy. 😀 Y eso que no he hablado de galeradas y compaginadas; por no liarla más (pero sí lo hago en mi libro).
Mariana:
El punto que me interesa dejar en claro es que la corrección en PDF nunca debería ser de estilo ni ortotipográfica, sino solo de pruebas (hablo de obras que devendrán en libros; dejo de lado la prensa, con otra dinámica). Cuatro ojos sirven más que dos, no hay dudas, pero entonces se reparten en corrección sobre Word (estilo con ortotipográfica incluida) y corrección de pruebas. Solíamos hacerlo así para editoriales en Uruguay, y pactábamos 2/3 del presupuesto para la de estilo/ortotipográfica y 1/3 para la de pruebas. Funcionaba bien en los resultados editoriales, aunque era menos dinero para los correctores; todo dependía de la tarifa propuesta, que fuera suficiente como para poder repartir. Generalmente, no lo era, lo sabemos bien, y por eso se dejó de hacer.
Creo que acá en tu blog, Mariana, hay profesionales de muchos años leyendo y comentando temas específicos (y todas mujeres, vale acotar). Me parece bueno remarcar que a las correctoras no nos conviene recibir textos para corregir en PDF otra cosa que no sean pruebas. Esta es mi constante y firme propuesta cuando trato con editoriales o autores particulares. Es lo que trato de inculcar a los estudiantes de la Tecnicatura Universitaria en Corrección de Estilo de la Universidad de la Facultad de Humanidades, y por eso insisto tanto.
Entiendo lo que dices Pilar. Siempre que haya tres correcciones como mínimo eso se puede hacer y es lo recomendable.
La corrección sobre PDF, de hecho, antes era la corrección que ya se hacía en la imprenta, porque la imposición de pliegos se hacía en la imprenta; vamos, que ni el PDF existía e íbamos con los archivos originales, las fuentes y las imágenes a que el impresor nos hiciera una copia para revisar (yo he trabajado con mimiógrafo, ozálidas, fotolitos, papel vegetal impreso en espejo y terminología que ya no se usa porque ahora existen otros sistemas de impresión más modernos). ¡Si habré pasado horas en la imprenta revisando a pie de máquina! Lo hacía con un periódico (por suerte, no diario), pero buenas horas, incluso del fin de semana, gasté en la imprenta.
La clave está cuando solo se hacen dos correcciones o una, habitual en algunas obras de autores independientes y de algunas «editoriales».
Coincido, Mariana.
En la edición bien hecha, hoy, para la publicación de libros, se necesita la obra editada, primero. Y luego la corrección de estilo, la corrección ortotipográfica (incluida en la de estilo o no, según distintas dinámicas) y la corrección de pruebas de páginas. Amén de un diseñador/maquetador editorial que maneje con solvencia el InDesign. Con buenos equipos profesionales es un placer trabajar.
¡Marquemos la cancha, estimadas!, ¡podemos! 😀
Hola, estoy siguiendo a Pilar y a Mariana.
yo soy «muy joven» en esto. Toda mi vida me dediqué a la arquitectura. Luego de 15 años de retirada me interesó esta labor de las ediciones, relacionado conmigo misma, ya que también comencé a escribir para publicar.
Por lo que leo, trabajo como dice Pilar. He logrado después de convertir en PDF, tener que hacer no más de una corrección de prueba.
Les comento algo, porque me gustaría saber cómo va por sus «mundos» la ortografía y la gramática. Aquí en Miami está perdida. Los que me dan sus libros a editar saben que si no están dispuestos a pagar por estas correcciones; ortografía y gramática, no les edito. Me preocupa mucho que se esté perdiendo el idioma. En aras de lograr que los autores acepten esta condición casi no les cobro por este trabajo. Porque si se lo hace otro, van a salir con sus faltas. Eso es lo que me mortifica. la desidia que sienten por nuestra lengua.
Somos dos quienes que hacemos ese trabajo. En cuanto a la maquetación, el estilo y el diseño del libro lo hago sola. No abarco muchos encargos a la vez, el suficiente para hacer algo útil, tener mi mente ocupada disfrutando lo que hago. Y un dinerito nunca viene mal.
Gracias por el intercambio
Hola, Dolores. Disiento contigo y en un punto en el que difícilmente cambie de opinión: en trabajar gratis o reventando las tarifas (y de esto también hablo en mi libro).
Soy de las que cree que cada persona es responsable de sus actos y, por ende, los autores y los profesionales de la edición lo son de los suyos. Cada autor es responsable de su obra y el profesional de ofrecer un buen servicio; si el autor no quiere quiere pagar por una corrección, una maquetación u otro servicio su libro saldrá con deficiencias; es su responsabilidad. No creo que el idioma se esté perdiendo y usar esto como argumento para regalar trabajo, para no cobrar por una labor, hace que se precarice aún más el sector de la edición y hacer que los correctores ganen menos dinero trabajando más.
Saludos.
Hola Mariana,
Desde ese punto de vista, estoy de acuerdo con usted.
En realidad no le hago sombra a nadie ya que no soy una gran empresa. Por otra parte no regalo el trabajo. Otros editores, aquí en USA, no revisan y por lo tanto no lo cobran. Al final es lo mismo. No cobro menos que los demás.
Cuando un libro sale con problemas, no solo se comenta mal del escritor también de la editorial. Así es como se comporta aquí.
En cuanto a lo de perder el idioma, quizás es que vivimos en contextos diferentes. Es una preocupación local, digamos.
Sin embargo, todos los días recibo el boletín de la Fundación del Español Urgente, en el que se señalan términos y expresiones mal usados por la prensa, por los medios de comunicación en general. Aquí en Miami, sucede lo mismo con la TV hispana sobre todo.
Esta situación da pie a que muchos pretexten que no importa como se hable o se escriba. A esto es a lo que califico de «pérdida del idioma» y no es una preocupación mía solamente.
Alguna que otra editorial en esta ciudad, tampoco admiten faltas de ortografía y gramática, y si cobran por ello debe ser muy poco, pues no abundan los interesados en pagar lo que vale ese servicio.
Vivimos en un país que no es de lengua española. Aunque en Miami es idioma oficial el Español junto con el Inglés.
En las escuelas se enseña el idioma principal del país: Inglés.
Nuestros descendientes, los que queremos que mantengan la lengua de raíz, la hablan, pero si no la leen correctamente, seguirán arrastrando errores.
Siempre se ha dicho que para tener buena ortografía se necesita leer mucho. por eso no quiero ser partícipe de que se publique con faltas.
Saludos para todos
Entiendo, Dolores, que en un contexto donde el castellano no es el idioma principal las preocupaciones sobre la lengua sean diferentes a las que países de habla hispana. Claro que en un contexto como ese haya un interés especial por difundir el castellano. Al final, el aprendizaje y uso correcto de una lengua está relacionada con la educación y aquí ya entramos en un tema enoooorme por debatir.
Saludos y gracias por visitar por el blog y debatir.
Gracias Mariana,
Me encanta este blog. El intercambio, aunque no sean puntos de vista iguales, es enriquecedor.
He resuelto unas cuantas dudas aquí.
Saludos
Coincido con Mariana… y entiendo los límites del trabajo de Dolores…
Es por esto que me parece esencial presupuestar obra por obra, no dar presupuestos sin conocer el material con el que trabajaremos, no dejar de mencionar los parámetros que necesitamos conocer antes de dar números: cantidad de caracteres con espacios incluidos, tiempo para devolver la corrección hecha, dinámica para hacer el trabajo, dificultades lingüísticas y gráficas del original…
En obras de una misma extensión, pactadas con el mismo tiempo de devolución y habiendo acordado la misma dinámica con autores o editores… resulta que no es igual corregir el texto revisado meticulosamente por el autor que el texto de autor ansioso, que no quiere revisar su obra y que maneja el Word peor que un niño de ocho años. Serán presupuestos muy diferentes.
Como correctores deberemos ponerle un valor a nuestra hora de trabajo profesional. Cuanta más experiencia y estudios tengamos, mayor rapidez ganaremos al trabajar: esa hora profesional tendrá más valor que la de correctores principiantes.
Abrazos, chicas.
Sí, es importante aclarar las condiciones del trabajo a efectuar antes. Por experiencia propia y ajena, si no se hace, luego aparecen «dolores de cabeza». Mejor si se aclara y pactan las condiciones de antemano.
Pilar, de acuerdo.
Estos comentarios son entre nosotras.
Cuando alguien me habla de darme su trabajo y me pide presupuesto, siempre le digo que hasta que no vea el material y a vuelo de pájaro detecte cómo se presentan las correcciones no se lo puedo dar.le aclaro que varía según cómo esté.
Es así. Solo que lo que le aumento por correcciones no es lo que debería. pero no se los digo.
Por ejemplo si un trabajo bien hecho, lo cobro en $250.00 USD, otro que le tenga que hacer correcciones le aumento entre $50.00 a $100.00. Estoy hablando de textos de extensión similar.
he consultado varias editoriales en cuanto a lo que cobran por palabra, y aquí muy pocos lo pagarían.
Saludos
Muchas gracias por la información tan interesante que aportas en esta entrada, Mariana (como en todas las que escribes, por otra parte).
Respecto a las complicaciones y a la ralentización que conlleva utilizar las herramientas de Comentarios de Acrobat, ¿sabes si existen atajos de teclado para las funciones que ofrece y así dejar de utilizar el ratón?
Saludos y gracias.
¿A qué complicaciones y ralentización te refieres, Alba? Porque hay que indicar dónde debe hacerse una corrección y eso con el teclado lo veo difícil…
Me refiero a seleccionar con un atajo de teclado la función «Insertar texto en la posición del cursor», «Texto tachado» o «Resaltar texto», por ejemplo. Si se utiliza un atajo de teclado para activarlas en lugar de tener que ir con el ratón a la barra de herramientas para seleccionarlas, pienso que se trabajaría más rápido y la muñeca sufre menos.
Me temo que solo están disponibles los que vienen configurados en el programa (ver). Tal vez exista algún complemento o plugin, pero lo desconozco. Saludos.
Gracias, Mariana.
Un saludo.
Lamentablemente, la tendencia es la de suprimir el papel. A pesar de que hay miles de estudios y artículos que defienden que los alumnos entienden y asimilan mucho mejor los conceptos estudiando sobre el papel que en una tableta, se está demonizando lo impreso. Y la labor de corrección, cualquiera que sea su modalidad, es asimilable a la de estudiar: hay que leer, profundizar, comprender… y actuar.
Suprimir el papel y cambiarlo por PDF es lo que «pita» hoy en día. Los archivos de Word con el «donde dice…, debe decir…» solo está bien siempre que sea para unas últimas correcciones, para pocas modificaciones.
Por ello, desde las editoriales empiezan a circular instrucciones para los correctores en las que se les indica qué herramientas de Acrobat deben utilizar y cuáles no. El motivo es sencillo: hay varias herramientas que se vuelcan automáticamente en la maqueta de InDesign, ¿Ventaja? La rapidez a la hora de corregir. ¿Desventaja? Se me ocurre que lo siguiente será bajar las tarifas a los maquetistas (que sería lamentable).
Todo en el mundo de la edición se dirige hacia la digitalización, y últimamente de forma brusca, nada de la evolución a la que he asistido desde hace ya más de cuarenta años. Se suprimen controles de calidad para ganar tiempo y dinero; la calidad… es ya algo secundario.
Saludos,
Sí, hay tendencia a suprimir el papel, entre otras cosas, porque las editoriales ya no tienen correctores en plantilla y estos pueden ejercer su profesión desde cualquier lado del mundo; las correcciones en papel, en este contexto, es un incordio.
El «donde dice…, debe decir…» es muy cómodo para autores independientes (no te imaginas las enrevesadas indicaciones de cambios, agregados y supresiones que me han llegado —y por eso esta entrada, que la uso como herramienta de trabajo con mis clientes—).
Sobre el volcado automático de correcciones en InDesign lo he probado con un par de herramientas y automáticamente también no efectúa las correcciones o las hace mal, por diversos motivos, así que mejor no confiar en este «milagro automático».
Hay editoriales y editoriales, pero, sobre todo, algunas grandes, bajan las tarifas a todos (alguna ofrece una auténtica miseria) porque no quieren aumentar el precio de los libros y, mucho menos, resignar parte de su ganancia; por tanto, bajan tarifas a correctores, traductores, maquetadores, revisores, etc., porque la imprenta es sagrada, ni la tocan, (no sea cosa que los dejen sin papel y sin libros impresos).
Saludos.