De todo lo que suceda o deje de suceder con su libro, la culpa es del autor.

Aunque la responsabilidad, en realidad, sea de otra persona el lector pensará que es del autor. No importa quien haya cometido el error o a quien se debe el problema técnico. El fallo siempre es del autor.

La imagen afectada, invariablemente, será la del autor. Su nombre, constantemente, será el que esté en boca de los lectores y el que circule en las redes sociales.

Hoy publico estas líneas, a modo de reflexión, producto de la recopilación de lamentos propios y ajenos.

Una entrada que tiene un poco de exageración, otro tanto de ironía y bastante de realidad.

La imagen y marca del autor

En las sesiones de consultoría con autores siempre les digo que un libro es la imagen del autor; que es su carta de presentación. En definitiva, que su libro es la huella tangible de su trabajo; es su marca, su marca de escritor.

Para entendernos: si el libro es un bodrio, será el bodrio que publicó X autor.

Las personas recordamos un libro y su escritor, raramente la editorial que lo publica; menos los profesionales de la edición que intervienen en él, si es que se sabe quiénes son.

Por tanto, si un libro está mal escrito o mal editado el lector pensará en el autor. Será a él a quien responsabilice por la mala imagen del libro. También será él quien salga bien parado si su libro ha recibido el cuidado editorial oportuno; todo hay que decirlo.

Si te preguntan qué libro estás leyendo la siguiente pregunta será de quién es, no qué editorial lo publica o si es un libro autopublicado. Eso no importa, lo que interesa es el nombre del libro y el de su creador.

Estas son las dos cosas más memorables de un libro. Luego puede que recordemos más o menos cómo es la cubierta, de qué color, y no mucho más.

“Ni siquiera terminé de leer el libro. Era aburridísimo, era un libro de [nombre del autor]”. Paf para el autor.

“El libro ese que tiene una portada horrible; la del autor X”. Zasca para el autor.

«El libro no se vende porque el autor no hace promoción»

El libro no se vende… ¿Y a que no sabes de quién es la culpa? ¿Del librero? ¿De la editorial? ¿De la plataforma donde está publicado? ¡No! Por supuesto, es del autor.

Es de ese personaje malintencionado que ha escrito un libro y no hace lo suficiente para que se venda. De ese escritor vago que no está todo el día, dale que te pego, en las redes sociales. De ese gandul que escribe su próxima obra en lugar de hablar de su libro publicado, a lo Paco Umbral. 😆

Si algo no sale bien en las redes sociales, la culpa también es del autor. No importa si el autor tiene community manager o administra él mismo las redes. No interesa si alguien le echa un cable con Facebook y Twitter o es la editorial quien gestiona la presencia online en redes del autor.

La responsabilidad siempre será del escritor: de lo que diga o de lo que deje de decir. Opine poco o demasiado, deberá elegir las palabras adecuadas para que no lo linchen en línea.

Y mucho cuidado con cometer una falta de ortografía o una errata en un comentario, porque nada lo salvará del ajusticiamiento.

Más atención a las noticias o artículos que comparte. Los navegantes tienden a pensar que todo lo que compartes es tu pensamiento, tu modo de ver la vida.

A pocos se les cruza por la cabeza que tal vez compartes algo con lo que no estás necesariamente de acuerdo, pero con lo que te gustaría debatir.

Válgame Dios de decir algo políticamente incorrecto o, peor todavía, algo que no se esperaba que el autor dijera…

Autora pergeñando personajes para su próxima obra en lugar de hacer promoción de su libro publicado y de dar la tabarra en las redes sociales. 😈

Detrás de un gran autor hay…

Si el contenido del libro tiene incoherencias o errores graves nadie pensará en el editor. “Editor… ¿y ese quién es?”, se preguntará alguno. Tanto si el libro lo publica una editorial o el propio autor es más que recomendable que tenga un editor.

Han muchos colegas que trabajan como editores freelance, por lo que no hay excusa para no hallar el adecuado. Y hay muchas editoriales que carecen de editor e imprimen libros a los que ponen ISBN…

La mayoría de las veces ni siquiera sabemos quién ha hecho la edición de contenido del libro. Si un lector busca en la página legal verá que el nombre del editor no figura. Más de lo mismo sucede con los correctores.

Si el leedor detecta un error o una errata en un libro la responsabilidad no caerá en el editor ni en el corrector, sino en el autor.

Puede que el lector piense en el corrector y en el editor. Pero acabará por discurrir que era obligación del autor leer una vez más su libro y encontrar esas erratas.

Cacharros y cacharrerías

Si el ebook no se lee o no funciona bien el pecador es el autor. Si un libro digital no se visualiza correctamente en una aplicación de lectura el lector pensará que fue el autor quien no reparó en cuidar este aspecto.

Ojo, puede que así sea si el libro digital no ha sido debidamente formateado; pero muchas veces se debe a la antigüedad del dispositivo o a la torpeza del usuario.

Es más factible que el lector piense que el fallo se debe al autor antes que al cacharro tecnológico o la aplicación de lectura.

Autor, echa a correr cuando veas que un dedo apunta hacia ti. Ante cualquier recriminación, con fundamento o sin él, siempre puedes recurrir al “Yo no fui”. También puedes despedirte a la francesa e irte de copas por ahí. 😆

La culpa es del autor

© Happy Stock Photo – Shutterstock

¿Qué otras culpas crees que se le imputan al autor, con o sin razón? ¿De qué te han responsabilizado, sin comerla ni beberla? 😀

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