La calidad de las imágenes para una maquetación es un talón de Aquiles de la composición de libros.

Lo es especialmente para los autores, cuando se dan cuenta que las imágenes que usaron en el manuscrito no sirven para su libro.

Esas que tanto tiempo les ha llevado hacer o conseguir no pasan el filtro mínimo de calidad; menos aún los estándares de impresión.

También pueden ser un problema para los editores; sobre todo cuando desean una o varias fotografías que no están disponibles con suficiente calidad técnica.

Para los coordinadores, diseñadores y maquetadores el problema se presenta cuando nos entregan un material que es deficiente o malo; y que sabemos de antemano que se verá mal y no hay modo de mejorarlo.

Por eso, en esta entrada me he propuesto abordar cómo deben ser las imágenes para una maquetación con calidad profesional.

Con un fin didáctico y práctico —y con el ánimo de evitar sorpresas a un lado y otro del proyecto— explico:

  • las diferencias entre una imagen vectorial y una de píxeles;
  • las características técnicas mínimas que debe tener cualquier imagen para un libro;
  • qué son y cómo influyen los benditos dpi que todos los profesionales pedimos;
  • cómo saber cuál es el «tamaño real» de una imagen;
  • los modelos o espacios de color de una imagen.

Todos ellos son factores necesarios para saber si una imagen sirve o no para un libro impreso y digital.

Si tu libro llevará imágenes en el interior, considera estos consejos desde el inicio; no esperes a tener tu obra acabada.

El porcentaje de que el exterior de tu libro tenga una o varias imágenes es alto, así que toma nota de lo que aquí se menciona.

Algunas acotaciones

Idealmente, las fotografías deberían estar bien tomadas y retocadas; las imágenes creadas y editadas correctamente y organizadas para el trabajo.

Sin embargo, la gran mayoría de las veces esto no sucede y la realidad con las que nos encontramos quienes trabajamos con libros y publicaciones es bien diferente.

Es por eso que este artículo apunta más a cómo no deben trabajarse las imágenes que a cómo debería hacerse de manera profesional.

Si queremos imágenes a medida, exclusivas y exquisitamente trabajadas debemos recurrir desde el inicio a un fotógrafo; o a un ilustrador o a un retocador de imágenes según sea el caso.

Los archivos que se venden en los bancos de imágenes son archivos buenos, aptos para las publicaciones. Por lo general, todos tienen calidad técnica y estética suficiente para cualquier libro.

La entrada ha sido pensada para que sea útil a quienes no trabajan de manera habitual con imágenes. Y para quienes no conocen cómo chequear el material gráfico para sus libros.

Un impresor, un diseñador y un maquetador, obviamente, ya dominan estas cuestiones; por tanto, este escrito puede resultarles ligero y hasta insuficiente.

Qué determina la calidad técnica de las imágenes para una maquetación adecuada

No existe un único modo de saber si una imagen es apta para un libro. Si alguien pregunta: “¿Puedo usar esta imagen para mi libro?”, la respuesta acertada siempre será: “Depende”.

Esto se debe a que la calidad técnica de un archivo no depende de un solo factor, sino de varios.

Para evaluar la calidad de una imagen debe considerarse:

  • El soporte sobre la que se presentará (papel, pantalla, vinilo, etc.).
  • Si es una imagen o un archivo vectorial; es decir, el tipo de archivo.
  • La resolución que posee en función del soporte.
  • El tamaño que tiene y el tamaño en el que se plasmará.

Distingue entre imágenes para un libro impreso y para uno digital

Lo primero que debes tener en cuenta es que las imágenes para un tipo de libro difieren en el otro.

El libro impreso tiene como soporte el papel, mientras que un ebook se lee en una pantalla.

Por más que llamemos libro a ambos productos son tecnologías completamente diferentes. De hecho, el libro digital es HTML, es web, y nada tiene que ver con el papel y la tinta.

Una imagen apta para impresión no da problemas en adaptarla para un libro electrónico. Sin embargo, las imágenes de un ebook raramente sirven para un libro impreso.

Lo mismo sucede con las imágenes que se descargan de Internet y que no pertenecen a un banco de imágenes; además de que seguramente se infringen los derechos de autor.

Una comparativa rápida en imágenes para impresión y pantalla la encuentras aquí.

Identifica si el archivo es mapa de bit (píxeles) o vectorial

Diferencia entre imagen vectorial y de píxelesCuando se trabaja con un archivo es necesario reconocer qué tipo de archivo es para evaluar su calidad.

Una imagen se compone de píxeles, un cuadrado que, junto a otros, conforma una imagen digital, una fotografía.

Por otro lado, un vector se conforma mediante entidades geométricas y fórmulas matemáticas, aunque también se las llame imágenes vectoriales.

Como esta entrada apunta a la utilidad, no me detendré en la teoría, por lo que si quieres saber más sobre estas diferencias puedes conocerlas aquí.

Lo principal radica en conocer que:

  • Los gráficos vectoriales son escalables, más nítidos que una imagen y no pierden calidad.
  • Al contrario, las imágenes de píxeles sí pueden perder calidad.
  • Son archivos de píxeles los ficheros tipo .jpg, .tiff, .png, .bmp, .psd y .gif; editables en Photoshop, Gimp y otros programas de edición de imágenes.
  • Mientras que son archivos vectoriales los ficheros tipo .ai, .svg o .eps; editables en Illustrator, Inkscape, CorelDRAW y otros.

Una imagen vectorial puede convertirse en imagen de píxeles sin problema; no así a la inversa sin perder detalle y calidad general.

Cualquiera de los archivos vectoriales mencionados son aptos para impresión. De los archivos de píxeles, preferiblemente que sean JPG, TIFF o PNG (PSD solo puede ser abierto por Photoshop).

Corrobora los dpi o resolución de las imágenes

Los puntos por pulgada (PPP) o dots per inch (PDI) es una unidad de medida.

En impresión, los dpi representan el número de puntos de tinta que una impresora produce en un espacio lineal de una pulgada de papel.

En pantalla, representa lo mismo y esos puntos son los píxeles. El detalle —no menor— es que un punto o píxel en pantalla no equivale a un punto de tinta de impresora.

A esto se debe que la resolución de las imágenes para una maquetación de libro impreso necesite ser más alta que para un digital, y a que la gran mayoría de las fotografía sacadas de Internet no tengan calidad para ser impresas.

Los dpi están ligados a la calidad de impresión o digitalización; es decir, se relacionan estrechamente con el soporte en el que se va a plasmar la imagen.

Los dpi también están relacionados con la distancia de visualización y en este artículo se explica muy bien.

Ejemplo de cómo se vería una imagen impresa en 72 dpi sobre papel

A modo de ejemplo, la imagen de la derecha (72 dpi ) se vería poco nítida, pixelada, impresa sobre papel

Diferencia entre el tamaño en píxeles y el tamaño físico de una imagen

El tamaño de una imagen está determinado por la cantidad de píxeles que contiene distribuidos en vertical y horizontal.

Si en el ordenador vemos que el tamaño de una imagen es de 1200 × 800, significa que está compuesta por 1200 columnas y 800 filas de píxeles.

Estos píxeles se distribuirán según los dpi de la imagen.

Así, si la imagen se configura a 300 dpi:

  • los 1200 píxeles se distribuyen en 4 pulgadas (10,16 cm);
  • los 800 píxeles en 2,6 pulgadas (6, 77 cm);
  • por tanto, el tamaño físico de la imagen es de 10,16 × 6, 77 cm.

El fotógrafo Jota Barros explica este y otros conceptos con más detalle en este artículo.

Cuando para un trabajo se pide “una imagen a tamaño real” se hace referencia al tamaño físico de la imagen; es decir, al tamaño que debe salir impresa.

Es por esto que una imagen que irá en un libro de 17 × 23 cm a sangre, por más que tenga 800 o 1200 dpi no sirve si su tamaño es de 3 × 4 cm.

Esta relación entre el tamaño físico y la resolución de impresión debe respetarse para que la imagen salga bien impresa; caso contrario, aparecerá “pixelada”, borrosa, evidenciando su mala calidad.

Y no existe modo de “mejorarla” a la fuerza. Si una imagen tiene pocos píxeles no se le pueden agregar más; tampoco se obtiene calidad aumentando los dpi de manera forzada.

Aquí explico cómo ajustar o remuestrear una imagen y saber si es apta para impresión.

Llegado este punto solo quedan dos opciones con sus consecuencias. Una, asumir que la imagen en cuestión no es apta para impresión y buscar otra. Dos, que la incluyes igualmente en libro, pero que saldrá mal impresa. No hay tutía ni milagro que pueda con esto.

Modelos o espacios de color: CMYK, RGB, Pantone, escala de grises

Lo que se conoce como CMYK y RGB son espacios o modelos de color y ambos se emplean en la industria gráfica. Sucintamente:

  • RGB (red, green, blue) es un modelo basado en la luminosidad de tres colores (síntesis aditiva) que, al mezclarlos formar el blanco.
  • CMYK (cyan, magenta, yellow, key black) es un modelo sustractivo basado en la absorción de la luz de cuya mezcla se obtiene negro.

Este último modelo, conocido también como cuatricromía, es el que usa la industria gráfica para la impresión de libros. RGB también se usa, pero no para la impresión sobre papel.

Cuando una imagen está en RGB y se convierte a CMYK acabaremos viéndola más opaca, menos brillante, en el monitor.

Así y todo, jamás debemos guiarnos cómo saldrá impresa una imagen por lo que vemos en el ordenador. Recordemos que la tecnología a disposición del papel es diferente de la existente para pantallas.

Por otro lado, la empresa Pantone ha desarrollado sistemas de color que aseguran que un tono se vea igual cada vez que se reproduce; son difíciles de imitar usando CMYK, porque se crean usando varios pigmentos.

En una imagen en escala de grises cada píxel tiene un valor equivalente a una graduación de gris.

Así, los colores de una imagen se representan con diferentes graduaciones entre blanco y negro. En impresión equivale al empleo de una sola tinta, la negra.

A efectos prácticos, el modelo de color de una imagen no es un impedimento para trabajar con imágenes. (A menos que se quiera colorear una imagen en escala de grises; aquí no hay conversión sino retoque fotográfico).

La conversión puede hacerla el propio profesional y si son muchas imágenes con acciones por lote con Photoshop.

Composición del color: CMYK - RGB - Escala de grises - Pantone

Modelos de colores usados en impresión.

Cómo preparar y organizar las imágenes para una maquetación exitosa

Según el cliente o el proveedor, o la naturaleza de la publicación, la organización del material puede variar.

Cuando se trabaja con empresas de servicios editoriales o algunas editoriales probablemente exista un protocolo; una especie de guía que detalla cómo debe organizarse el material para entregar al coordinador.

En los demás casos, por lo general, los archivos no suelen estar debidamente cotejados, identificados y organizados.

Por tanto, a continuación doy algunas sugerencias sobre cómo puede organizarse el material gráfico.

1. Asegúrate de que tienes todas las imágenes

Esto quiere decir que tienes todos los archivos de las imágenes que tu libro necesita, en el interior y el exterior.

Archivos independientes y con un formato acorde; no pegadas o colocadas en otro archivo (de Word, InDesign, etc.).

Si fueran muchos archivos organízalos en carpetas y si, a su vez, son varios capítulos, mejor aún una carpeta por capítulo.

2. Distingue los archivos y revísalos

Sobre todo si los vectoriales están trazados o convertidos a curva y si los de píxeles tienen capas. (TIFF y PSD trabajan con capas, JPG no porque es un archivo comprimido).

Si alguno de estos ficheros contiene texto no convertido deberás adjuntar también las fuentes empleadas en él. Lo mismo si contienen archivos enlazados.

3. Corrobora la calidad las imágenes

Una a una, teniendo en cuenta el tamaño en píxeles y la resolución en relación con el tamaño del libro.

Si alguna no cumple con los requisitos mínimos o consideras que es demasiado pequeña busca una alternativa. Mejor hacerlo ahora antes que se haya acabado la composición de todo el libro.

No lo he dicho antes, porque lo considero más que básico. ¡No deformes las imágenes! Mantén siempre la proporción al revisarlas.

4. Asígnales un nombre lógico, orientativo o, al menos, descifrable

Puede parecer una tontería, pero cuando trabajas con muchos archivos para un único libro esto puede ser una tortura.

Si como apertura de capítulo habrá una imagen por nombre de archivo ponle “capítulo X” o “foto capítulo X”.

En el caso de que haya muchas imágenes para un mismo capítulo, puede preceder el nombre del capítulo. Por ejemplo: “capitulo-2_imagen-13”.

(No importa si pones acentos o rayas, lo que debe primar es la información e identificación).

5. Señala la ubicación de las imágenes en el manuscrito

Enviar muchas imágenes para un capítulo sin indicar dónde deben ir no es adecuado. El diseñador o maquetador no sabe dónde van, y no tiene que adivinar dónde ubicarlas.

Por tanto, de una u otra forma debe señalarse su ubicación en el original. Por ejemplo, incluir una línea tras un título que diga “[capitulo-2_imagen-13]”.

Y sé lo más claro posible, porque muy poco útil es escribir “aquí va la imagen grande azulada del atardecer” cuando hay diez imágenes de amaneceres y atardeceres…

6. Añade indicaciones, si procede

Si quieres que una imagen se coloque ocupando toda la página (a sangre) debes indicarlo de algún modo.

Por ejemplo: “[capitulo-2_imagen-13.jpg a página completa]”.

En tal caso, deberás asegurarte que la imagen tiene el tamaño y la calidad suficientes para ello.

Cosas que deben y que no deben hacerse con las imágenes para una maquetación profesional

Cosas que jamás de los jamases debe hacerse con las imágenes para un libro

Hay cosas que, si editar fuera una religión, merecerían el fuego eterno 😈 . Una de ellas es querer ¿usar?, ¿editar?, ¿mejorar? imágenes de Word.

Por favor, ¡olvídate de Word si se trata de imágenes para una maquetación!

Esto es máxima rajoniana: “un vaso es un vaso y un plato es un plato”. Y Word no es un editor de imágenes ni de vectores, sino un procesador de texto (¡de texto!).

¿Que a veces nos apaña con alguna maquetación sencilla? Sí, siempre con las limitaciones propias de un programa para editar texto y no uno para maquetar profesionalmente.

Por tanto, recuerda siempre lo siguiente:

  • Nunca envíes a un diseñador, maquetador o imprenta las fotos insertadas en un archivo de Word, tampoco copiadas y pegadas.
  • No pierdas el tiempo “mejorando” una imagen en Word, no existe tal cosa.
  • Olvídate de copiar la imagen de Word y pegarla en un editor de fotografía, como Photoshop. La imagen nace anómala, así seguirá y la empeorarás.

Además, ten en cuenta que:

  • Imprimir en la impresora de casa “para ver cómo quedará impreso el libro” es gastar tinta y papel. La imprenta usa otro tipo de máquinas, diferentes y superiores a las impresoras doméstica; además de que el papel del libro será distinto al A4 que tienes en casa.
  • Un PDF para impresión puede verse pixelado en una pantalla. Y esto no significa que el arte final esté mal hecho. Recuerda que un PDF-X para imprimir sobre papel tiene calidad para papel y lo que estás viendo es una pantalla.
  • Deja de manipular las imágenes a toda hora. No mejorarán por más que las toquetees con diferentes programas y lo más seguro es que acabes estropeándolas del todo.
  • No intentes convencerte de que una imagen saldrá bien impresa solo porque tú la ves bien. Desengáñate. Si la calidad de la imagen es una boñiga, boñiga seguirá siendo. 😆

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Así que tampoco pretendas convencer al profesional que hará el trabajo de que una imagen está bien. Él sabe y conoce el material con el que trabaja a diario.

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