Una de las cuestiones a las que nos enfrentamos cuando vamos a diseñar un libro es a sus márgenes; a esos espacios blancos que bordean cada página de una publicación.

Suelo recibir correos preguntando si dos centímetros son suficientes para un margen o cuánto se debería poner de margen si es un libro de no ficción.

Como todo en el mundo de las publicaciones —y supongo que en otros sectores también— no existe una respuesta unánime para todas las preguntas.

Jorge de Buen Unna, en Manual de diseño editorial (Trea, 2014), señala que la participación de los márgenes en la página «podría resumirse con los siguientes principios técnicos:

  • Evitar que partes del texto se pierdan en el momento de cortar el papel.
  • Dejar una superficie sin texto para la manipulación de la página.
  • Ocultar posibles imprecisiones en la tirada.
  • Evitar que la encuadernación obstruya la lectura».

Jan V. White dedica un capítulo específico a los márgenes en Diseño para la edición (Jardín de Monos, 2017). Allí sostiene que los márgenes definen, enriquecen, apoyan y embellecen lo que enmarcan.

También que la regularidad e invariabilidad de los márgenes crean sensación de comodidad y pertenencia.

Lo cierto es que los márgenes de los libros no son caprichosos. No se ponen “para que queden blancos”, sin más, o para que el dedo no tape la letra.

Si bien unos márgenes precisos evitan lo anterior, hay motivos por los cuales el margen tiene el ancho o alto que tiene y no otro.

En publicaciones complejas, como algunos libros por encargo, revistas y periódicos los márgenes de la página pueden ser invadidos.

Incluso también hay varios márgenes dentro de la propia caja o mancha. Estos márgenes corresponden a contenidos ubicados en el interior de objetos, tablas y otros elementos.

En esta entrada nos limitaremos a los márgenes externos a la caja tipográfica

Por tanto, independientemente del tipo de retícula del libro, los márgenes siempre son cuatro:

  1. superior (o blanco de cabeza);
  2. inferior (o blanco de pie o falda);
  3. exterior (o blanco de corte), e
  4. interior (o blanco de lomo o medianil).

Elementos a considerar para fijar los márgenes de un libro

Para determinar los márgenes de un libro intervienen los siguientes factores:

  • El género literario de la obra o su fin práctico.
  • El estilo compositivo o corriente estética en la que se inscribe la publicación.
  • El tamaño del libro y, por ende, de las páginas.
  • La fuente usada para los textos y su cuerpo (tamaño de la letra).
  • El ancho de línea o caja y su relación con la cantidad de caracteres por línea.
  • El alto de caja y su relación con la cantidad de líneas/interlineado.

También intervienen otros elementos, como:

  • Los textos satélites si la página los lleva.
  • La ubicación de los números de páginas.
  • Alguna imagen que se decida incorporar.

Género literario y objetivo

Hay libros que, por pertenecer a un género literario, tienen márgenes más anchos que otros.

Por ejemplo, los libros de poesía destacan por la cantidad de blancos presentes en sus páginas. Y gran parte de estos blancos son márgenes.

Los manuales de estudio también deberían tener márgenes generosos para que los alumnos puedan tomar apuntes.

Estos libros tienen un objetivo educativo y deben facilitar que los estudiantes los usen a su gusto para adquirir conocimientos y habilidades.

En libros prácticos, como los de recetas, jardinería, pintura, etc., también se agradece hallar espacios generosos donde escribir notas.

Igual en todas aquellas publicaciones que invitan a ser subrayadas, marcadas y anotadas con apuntes y ayudas memoria.

Al contrario, en atlas o libros con mapas unos márgenes escuetos o nulos pueden pasar desapercibidos.

En guías de viajes, donde se presentan mapas que continúan en otra página, los márgenes hasta pueden ser un estorbo.

El estilo compositivo

Los modelos expuestos por Raúl Rosarivo y Villard de Honnecourt no son funcionales para la mayoría de los libros actuales.

Sí pueden serlo para libros diseñados a medida, revistas y algunas piezas gráficas, pero no para libros sencillos.

Una novela o un libro de no ficción con texto como contenido principal no necesita de una retícula renacentista.

Sin embargo, es un esquema que puede encajar muy bien para libros de poemas o un recopilatorio de frases inspiracionales. También en libros de lujo, conmemorativos o corporativos.

Los libros con estas retículas aprovechan menos de la mitad de la página para imprimir.

Además, el margen interior es demasiado pequeño para las encuadernaciones más populares usadas actualmente.

En cambio, los modelos de composición de publicaciones propuestos por el movimiento moderno son más prácticos para estos tiempos.

La influencia de la Bauhaus y el estilo suizo en el diseño dotaron a los libros de retículas sistemáticas; unos esquemas modulares que seguimos usando actualmente y que favorecen la optimización de costes.

Retícula sencilla: características de una maquetación a una columna

A veces la elección de un modelo u otro no responde más que a deseos propios. Y al presupuesto del que disponemos para la producción del libro.

El tamaño del libro y la caja tipográfica con sus características

Los márgenes de un libro están intrínsecamente relacionados con la caja de composición. Esta caja o mancha está contenida por los márgenes, a los que, a su vez, define.

Es decir, los márgenes existen porque hay una caja tipográfica y esta se conforma porque los márgenes la delimitan.

Márgenes y caja vendrían a ser las dos caras de una moneda, aunque ambos estén sobre una misma superficie.

Por su parte, la caja tipográfica se relaciona con la tipografía que se use y el cuerpo de letra que se aplique a los textos.

El tamaño de la fuente, a su vez, también influye en la caja, porque esta determina su ancho de acuerdo a la cantidad de caracteres de la línea.

Y, además, el alto de la caja depende de la cantidad de líneas que entren en ella; es decir, del interlineado que se haya fijado para los párrafos.

Recuerda que la altura de x, el peso y el contraste de una fuente pueden variar bastante de otra; y esto se ve influenciado por el tamaño de las letras y su interlineado.

Y, además, todo lo anterior no se manifiesta del mismo modo en un libro grande que en uno pequeño; sino que cambia según se trate de un libro de 17 × 24 cm o uno de 10 × 15 cm.

Cuanto más grande es el tamaño del libro los márgenes se prestan a ser más generosos.

La caja tipográfica y su importancia en la composición de publicaciones

¿Cómo establecer y reflejar todos estos valores mencionados para saber qué márgenes emplear en un libro?

Lamento decirte que tampoco existe una respuesta unívoca a esta pregunta.

No hay una única fórmula para determinar tal cosa, sino más bien posibles soluciones que detallo a continuación.

Cómo determinar cada uno de los márgenes de un libro

Existen métodos propuestos por diferentes teóricos sobre cómo determinar estos blancos en un libro.

En Creación, diseño y producción de libros Andrew Haslam señala unos cuantos, entre los que se encuentran  la sucesión de Fibonacci y las escalas proporcionales o modulares.

Además de las basadas en elementos tipográficos y con un enfoque de dentro hacia fuera comenta otras vías de exploración.

A continuación, expongo algunas formas de establecer márgenes en publicaciones sencillas; es decir, para novelas, ensayos y libros con texto de corrido. Para aquellos tipos de libros que tienen una composición a una columna.

Su utilidad no está excluida para publicaciones complejas, de dos columnas o más bloques. Sin embargo, en estas interviene una cantidad superior de elementos a considerar que no se detallan en este artículo.

1. La «regla general»

Llamemos así a aquella regla que determina que el margen de pie es el doble que el de cabeza; y el del corte el doble que el de lomo.

La regla general para determinar los márgenes de un libroSe define una medida para el lado del lomo (1) y una medida y media (1,5) corresponde a la cabeza.

Por tanto, el margen exterior es el doble de la medida que el lomo (2) y el pie el triple (3).

Martínez de Sousa, en Manual de edición y autoedición (Pirámide, 2005), la define como «la proporción ideal» y, con esto, obtenemos una retícula de corte renacentista.

Mientra tanto, De Buen Unna, denomina a esta regla Sistema 2-3-4-6.

Este método, sobre todo para novelas y libros de consulta con solo texto, presenta al menos dos escollos:

  • si el margen del lomo es pequeño será engorrosa su lectura, ya que el texto «se cae» en el medianil;
  • si este margen es ancho se desaprovechará demasiada área imprimible y, por ende, aumentan los costes de fabricación.

Este sistema es el mismo que propone Robert Bringhurst en Los elementos del estilo tipográfico (FCE, 2014), título parte de la colección Libros sobre libros.

La retícula de este libro se asemeja a esta regla general y sigue los principios de la sección áurea.

Para mí, el inconveniente de este título es que su escasa funcionalidad e incómoda manipulación. Es una guía de consulta permanente y mantener el libro abierto resulta casi imposible; máxime si se quieren hacer anotaciones.

Hay que voltearlo constantemente sobre una página y otra para leerlo; solo recurriendo a apaños como estos, de mi querido Manuel Gil, se logra cierta ayuda para su consulta.

Como bien señala Enric Jardí en Así se hace un libro (Arpa, 2018) «la realidad es que la mayoría de los libros de lectura con los que nos manejamos actualmente no son así«.

«En la práctica casi nadie utiliza estas fórmulas», sentencia el diseñador en referencia a la proporción aurea y cálculos similares.

Raúl Rosarivo y el canon ternario en los libros renacentistas

2. Márgenes simétricos: caja de marco sencillo

En el libro anteriormente citado, Haslam propone definir la zona de impresión de manera simétrica.

Se trata de establecer un marco sencillo y fijar la misma medida para todos los márgenes en todas las páginas.

Este es un enfoque funcional, preferido por diseñadores como Derek Birdsall quien diseñó cubiertas de libros de Penguin y calendarios Pirelli.

Es el método más rápido para determinar los márgenes de un libro, aunque hay que tener cuidado con algunas cuestiones.

Por ejemplo, los márgenes deben ser lo suficientemente anchos como para que no se pierdan en la encuadernación, algo que sucede si la cantidad de páginas es elevada.

La relación entre el tamaño de libro, la cantidad de páginas y el tipo de encuadernación es vital.

Y es por esto que decir «X mm son los ideales» es un tanto disparatado sin considerar estas variables.

Unos 15 mm pueden ser suficientes para un libro de 36 páginas de 12 × 18 cm; en cambio, serán insuficientes en uno de 17 × 24 cm y 250 páginas.

En caso de optar por este modelo, añade dos o tres milímetros al margen interior si la encuadernación es fresada.

Podríamos aplicar lo que White define como la “regla del pulgar»: que los márgenes deben tener 1,25 cm o más.

Esta regla fija «el mínimo para asegurarse de que nada importante se vea cortado después de que la publicación sea encuadernada».

Si bien el autor sostiene que no siempre hay que seguir este principio, mi sugerencia es que, si tienes dudas vayas a lo seguro.

3. Márgenes asimétricos: proporciones consistentes de formato y caja

También en Creación, diseño y producción de libros, el autor explica este modelo, que perfecciona el anterior.

Lo explicaré a mi modo, al estilo de andar por casa, para que resulte más comprensible y ágil la exposición.

(En InDesign resulta más fácil hacer el ejercicio que en Word; en este programa puede hacerse una simulación con la forma rectángulo. Si se hace en papel lo mejor es recurrir a la escala).

Con estos cinco pasos se dispone la caja en la que se ubicará el texto:

  1. Hacer un recuadro igual que el tamaño de la página en cada una de ellas (par e impar, en el pliego).
  2. Dibujar dos líneas diagonales en cada página.
  3. Achicar el recuadro hasta que los vértices coincidan con las líneas.
  4. Mover ligeramente hacia arriba esta caja.
  5. Y luego mover el recuadro un poco hacia el exterior.
  6. Colocar la numeración de la página.

El recuadro achicado tendrá un 80 % del tamaño de la página (punto 3).

¿Cuánto mover este recuadro? Unos milímetros —entre 5 y 10— serán suficientes y dependerá del tamaño del libro.

Si los números de páginas y los folios explicativos van en la parte superior tendrás que bajar el rectángulo en lugar de subirlo.

Considera siempre que la paginación de un libro puede ir tanto en la parte inferior como superior e, incluso, en el margen exterior.

También la cantidad de páginas y la encuadernación pueden ser definitorias. Un libro con pocas páginas y encuadernado con grapas no necesita de tanto margen interno como sí uno con encuadernación encolada.

Tres maneras sencillas para determinar los márgenes de un libro

Para mí, este es el método más amable y eficaz a la hora de determinar los márgenes de un libro.

Funcional y moderno, da respiro al texto y permite una buena distribución de los elementos de la página.

Yo suelo adicionar unos milímetros más aún al margen exterior, porque me gusta que este blanco sea más ancho y, con ello, se afina y estiliza verticalmente la caja tipográfica.

Si no quieres o no tienes tiempo para experimentar, este método te sacará del apuro y lo hará bien.

¿Quieres márgenes más anchos? Escala la caja al 75 %. ¿Los necesitas más pequeños? Escala menos y prueba con un 85 % o 90 %; pero ten cuidado cuando lleves la caja hacia afuera, porque podrían quedar las letras muy al límite del corte.

Ante cualquier duda sobre qué ancho de márgenes usar para tu libro, ve a la biblioteca.

Mira unos cuantos libros, aparta aquellos que te resulta cómodo leer y mide sus márgenes. Compara las medidas de estos blancos, analízalos y saca conclusiones.

Es posible que encuentres una gran variedad y que algunos no coincidan con lo expuesto aquí. No es raro, solo que no siguen la tradición editorial o han querido experimentar, pero no por eso están mal. 😉

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